Opinión

Hace un año

Si yo supiera algo de una materia tan compleja como la política y tuviera la suficiente osadía como para comentar los resultados de los procesos electorales de los que hemos sido partícipes este domingo pasado, diría que estamos ante un país divinamente incomprensible que cambia el sentido de su voto haciendo piña sin que existan factores de auténtica entidad que lo aconsejen. Por eso, debe ser tan difícil ejercer de intérprete de datos demoscópicos salvo que uno sea Tezanos y juegue en campo propio. A estas alturas, decir que ha ganado el PSOE es la única posición posible de no equivocarse. 

Pero esta inestabilidad del voto y ese complejo de Caín que nos persigue y nos acogota, representa algo parecido a una manada de buitres hambrientos que vuela en círculos sobre todo nosotros. Hace un año y no mucho más, Pedro Sánchez era un cadáver político en la antesala de la sala de autopsias. Había sido defenestrado por sus propios compañeros, desterrado y expulsado del templo de Ferraz a estacazos. Hoy es presidente del Gobierno y observa complacido cómo crece todo lo que toca y cómo sus enemigos políticos dentro y fuera de su partido han sido laminados. También lo hizo en su momento Iglesias pero a Iglesias le ha salido fatal la purga y a Sánchez le ha dado mejor resultado que un billete de lotería premiado. Pero que no distraiga…

En todo caso, y una vez declarada esta primera cuestión de orden que es de obligado cumplimiento y coloca a Sánchez en la Moncloa para los próximos cuatro años revestido por la autoridad que otorgan los votos de un país que es capaz de cambiar por completo la orientación de los suyos en cuestión de meses, quizá convenga dedicar unos instantes de reflexión a situaciones menos evidentes pero de similar importancia. Las encuestas a pie de urna volvieron a equivocarse y, sobre todo, tras un periodo convulso derivado de aquellos duros pasajes de crisis galopante cuyo caldo de cultivo arrojó a la calle partidos por la derecha y por la izquierda que hicieron de la ira y el reproche su ideario, sospecho que el país está volviendo a reacondicionarse. Vox ha perdido muchísimos votos en comparación con los resultados de las generales pasadas, y Unidas Podemos ha sido literalmente laminada. Ambos representan el extrarradio del espectro político y ambos han utilizado un discurso agresivo y provocador para tratar de afianzarse. No han encontrado muchas perchas en las que colgarlo.

Te puede interesar