Opinión

El histórico de un presidente

Si la historia que practicamos no se hiciera de interpretaciones, no sería especialmente comprensiva con Sánchez, pero vivimos en un país que se empeña en adecuarla a cada uno de sus revisores, y que seguramente es el único país del mundo que se empeña en hacerla mucho peor de lo que fue realmente, así de tontos y de empecinados somos. 

Por lo tanto, lo que opine en un futuro de Sánchez no está todavía dispuesto ni se sabe. Lo único que se sabe es que ha sido un presidente que se las prometía muy felices y tocaba el cielo con las manos cuando se encontró de buenas a primeras con una inaudita cadena de afortunadas carambolas que le permitieron alcanzar la presidencia. Lo hizo, eso sí, con los segundos peores resultados en el expediente electoral de su partido desde el rescate de la democracia. 

Partiendo de un  categórico 49 % obtenido por Felipe González en marzo de 1982, obtuvo en abril de 2019 un 28,7 % en la primera cita que no le valió para conseguir la Moncloa, y un 28 % pelado en las segundas y definitivas en noviembre del mismo año. Solo en diciembre de 2015, y también con Pedro Sánchez como aspirante, cosechó peor baremo. Hizo un 22%, y perdió contra Rajoy de modo contundente. Sánchez soñaba con la Moncloa y la obtuvo forzando la situación más allá del máximo conveniente y saltando sin contemplaciones las famosas líneas rojas. Pactó sin respetar la ética, convirtió en vicepresidente a alguien del que dijo que no podría dormir tranquilo si ocupara un ministerio, y aceptó las imposiciones del nacionalismo catalán para amartillar el cargo tanto tiempo apetecido. Hoy, una sentencia del Supremo invalida el argumento que usó para documentar esa moción de censura qué fundamentó en la inmediata convocatoria de elecciones. 

Tampoco fue verdad, y hubo de hacerlo obligado por la ruptura puntual de sus socios catalanes. Sánchez ha mentido mucho, ha manipulado mucho, tratado de domesticar todos los enclaves incluyendo la judicatura, ha usado mucho decretazo para imponer sus criterios a la brava, y ha ido corrigiendo posturas a medida que la situación le ha obligado. 

Sin embargo, aquel instante glorioso en el que fue presidente y levitó en su gozo, ya es pasado. Nadie pudo sospechar que tendría que bregar contra una pandemia. Ni él mismo y ni siquiera Iván Redondo. Pero así son las cosas…

Te puede interesar