Opinión

La intolerancia

Mientras un autobús pintado de rojo recorría las calles de Madrid fomentando la discriminación, la vejación y la más radical y vergonzosa intolerancia, un diputado polaco se erguía en su escaño del Parlamento Europeo para explicar las razones por las que, según sus criterios, las mujeres deben cobrar menos que los hombres. El pájaro que tomó la palabra para estos menesteres es  un parlamentario de modales atildados y corbata de pajarita cuyos comportamientos homófonos, discriminatorios y propios de un inquisidor del siglo XIII son de sobra conocidos en la Eurocámara. Atiende por el nombre de Janusz Korwin-Mikke –queda aquí reflejada la filiación del sujeto no para que pase a la posteridad sino para  que sepamos con quién nos estamos gastando los cuartos- y explicó que las mujeres son más pequeñas, más débiles y menos inteligentes que los hombres y que por eso es comprensible que ganen menos dinero, y para ello apeló a una actividad que conoce bien: el ajedrez del que es un destacado practicante. Por eso preguntó a los presentes si conocían alguna jugadora que estuviera clasificada entre los cien primeros ajedrecistas del mundo. Salvo la diputada socialista española Iratxe Garcia nadie tomó la palabra para rebatir los disparates del diputado polaco. Ella le rebatió con dureza argumentando que estaba allí precisamente para defender a las mujeres de individuos como el ponente.

En definitiva, son dos hechos aparentemente  independientes que ocurren en distintos escenarios continentales y no parecen disponer de otro nexo de unión que haberse  producido en una misma fecha. Sin embargo, en los dos se advierte la sombra amenazadora de la arbitrariedad y la injusticia y late en ellos ese pálpito turbio de injusticia y segregación que recorre la Europa del siglo XXI y que a mí particularmente me pone los pelos de punta.

 Pero es la grandeza de la democracia y la excelencia de las instituciones que la defienden lo que permite que un ejemplar como este ultra-conservador y misógino pueda sentarse en el Parlamento de Bruselas. En realidad, sus méritos apenas ocupan una cuartilla y es cabeza de un partido minoritario que no alcanzó el porcentaje  mínimo para estar en el Parlamento de su país. Pero que sí consiguió un 7% que le permite adquirir representación en el Parlamento de Europa. Gracias a la democracia de la que reniega, por cierto.

Te puede interesar