Opinión

Jardín prohibido

Bendodo ha optado por expresarse sin haber consultado con su jefe

Elías Bendodo tiene fama en Málaga de hombre listo, pragmático y habilidoso para capear los cotidianos meandros por los que discurre la actividad política, virtudes que le ha deparado una carrera meteórica. De estirpe sefardita y nacido en el norte de África, inició su carrera política recién licenciado en Derecho, como concejal en el ayuntamiento malagueño sucediendo a uno de sus mitos, el edil José María Martín Carpena al que asesinó coincidiendo con el nuevo milenio, la banda terrorista ETA. Pasó veinte años en el gobierno municipal, presidió su diputación y con posterioridad renunció a su acta de concejal para hacerse cargo de la consejería de Interior en el Gobierno de Juanma Moreno. 

En este ejercicio le llegó la invitación de sumarse al Gobierno en la sombra y núcleo duro de Feijóo, convertido en el coordinador de este PP de nuevo cuño que se prepara para disputar las elecciones generales a Sánchez, mostrando así la importancia de Andalucía en el renovado organigrama popular diseñado para conquistar la Moncloa. Por eso sorprende y aún más inquieta,  la primera intervención de cierta entidad política y estratégica protagonizada por el ya de hecho segundo de a bordo del equipo de Feijóo, en  una declaración de necesaria prudencia no exenta de contundencia institucional, especialmente importante para fijar las líneas maestras de la concepción geopolítica que marcará la política interterritorial programada por el nuevo líder para los próximos años, especialmente si gana las próximas elecciones.

Sospecho que Bendodo ha optado por expresarse sin haber consultado previamente con su jefe el tratamiento global de esta difícil faceta del ideario, sobre todo el que se refiere a Cataluña. Sorprende por tanto que Bendodo se haya metido él solo y sin que nadie se lo solicitara en semejante jardín, usando un argumento como el de la España plurinacional que choca frontalmente con el concepto de nación única y soberana capaz de integrar en ella los territorios autonómicos y sus peculiaridades, que el Partido popular lleva defendiendo toda la vida. Feijóo ha salido raudo a apagar el incendio esgrimiendo su propia experiencia, y rebatiendo a Bendodo que va a tener que trabajar mucho para superar esta pifia gratuita. Si esa es su concepción de país, a Feijóo solo le queda cesarlo. Y si no lo es, su jardín se entiende menos aún.

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