Opinión

La muerte anunciada

La humillante derrota sufrida por el Barcelona ante el Bayern de Múnich no solo ha servido como demostración de una debilidad creciente y advertida tiempo antes, sino que debería servir de ejemplo para entender en su más dramática significación el popular refrán español que advierte que quien mal anda mal acaba. Es cierto que ninguno de los equipos españoles presentes en este último tramo de esta Copa de Campeones ha pasado el corte. Pero ha sido el Barcelona el que ha ofrecido la peor cara. Y ha mostrado que no se pueden hacer peor las cosas y que una política como la que ha puesto en práctica este club es un claro exponente de mala gestión y desastre en todas las facetas, la deportiva, la económica y la social. Y los desastres, a esos niveles, se pagan muy caros.

El CF Barcelona ha gastado en las cuatro últimas temporadas más de mil millones de euros en fichajes, de los que hoy se mantienen en el club no más de dos de aquellas incorporaciones. De los que escribieron la página más vergonzosa de la historia de un club que ha preferido interferir en política en lugar de jugar al fútbol que es lo que se le demanda, solo dos provenían de esas cosechas: Semedo y Griezmann que salió en la segunda parte. Uno de esos fichajes, Coutinho que estaba cedido en el Bayern, consiguió en ese partido marcar dos goles y ofrecer la asistencia de otro. En definitiva, una auténtica catástrofe. La lamentable identificación de una entidad que posee seguidores entusiastas en toda España y todo el mundo con las tesis independentistas no le ha acarreado más que sinsabores, y las demostraciones públicas de identificación con este credo, su complicidad y su tolerancia,  ha potenciado el rechazo que ha comenzado a despertar en latitudes fuera de sus fronteras naturales.

Hoy, Messi ya no es un dios al que hay que reverenciar sino un problema. Pero esa condición  venía anunciándose. El argentino ha extendido su poder omnímodo fuera del campo, vetando jugadores, echando o eligiendo entrenadores, poniendo a jugar a sus allegados, y cortando de raíz la progresión de muchos de sus compañeros de vestuario. Los que han contado con la bendición de Messi, han colocado el listón de sus retribuciones muy por encima de las posibilidades del propio club. La situación es insostenible y el club está en la ruina. España no les roba. Nunca lo ha hecho. Ellos solos se bastan.

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