Opinión

Los líderes y el espacio

Mientras Pedro Sánchez radicaliza su mensaje y plantea una concepción frentista de la política que, en sintonía con sus costumbres habituales, también es mentira salvo que él mismo la propague y acabe implantando, a Feijoo se le amontonan los problemas. El candidato del centro izquierda hace mucho que ya no lo es, despreciando la centralidad que ha ido dulcificando las posiciones del PSOE y que, de la mano de Felipe González, se hizo asequible a todos aquellos que quisieron mejorar las cosas y contribuir a colocase del lado de los más necesitados sin que para sumarse a esta tarea fuera necesario que nadie te preguntaba el árbol genealógico. El candidato del centro derecha por su parte, persigue desesperadamente este posicionamiento centrista aunque teme que las necesidades establecidas por los resultados electorales le obliguen a establecer acuerdos con Vox que envenenen su mensaje. En ambos casos, el escenario político manda.

Sánchez está dispuesto a todo. A lo que sea porque sabe que solo circulando a velocidad de vértigo en una senda suicida tiene alguna posibilidad de seguir en la Moncloa. Al otro lado de su frontera se ha acabado el mundo, y el cataclismo de Podemos –no menos catastrófico por muy anunciado que haya sido salvo que los augurios los propagara Tezanos-  le ha dejado un espacio a la izquierda de su izquierda que está dispuesto a aprovechar aunque sea lo último que haga en su vida, antes de coger el tren para la OTAN que es el destino que muchos creen que le aguarda y que yo también estoy seguro que apetece y que será el que  trate de enganchar por los pelos si su última apuesta política en casas le salga rana.

Sánchez busca la confrontación radicalizándose y expurgando lo que queda del mensaje de Podemos y los disparates del dúo Montero-Belarra a ver qué encuentra aprovechable en su papel de líder de la izquierda más abrupta. Feijoo, convencido de que no es un buen polemista y no se encuentra cómodo en el debate a calzón quitado va a procurar, en el tiempo que le queda hasta la cita del verano, mostrarse como un excelente gestor –que lo es- templado y dialogante, proyectando su imagen de hombre de gris, serio y riguroso. Sánchez se tira al monte a conquistar la izquierda pura y dura que se ha quedado yerma. Feijoo anhela el centrismo geométrico lejos de Vox y cerca de los industriales vascos y catalanes. Vamos a ver qué pasa.

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