Opinión

Lo que no se sabe

Últimamente recibo llamadas procedentes de conocidos quienes sospechan que, siendo como soy periodista, tengo que estar enterado de los supuestos sucesos que se han desarrollado estos días en las antecámaras reales y que se han convertido en rumor cada vez más asentado. Están buenos mis interlocutores.

La escenificación de conflictos secretos de muy diferente procedencia, es verdad que  se presuponen frecuentes en la trastienda de la historia española. Y los libros nos refieren algunos de ellos, hoy ya contrastados tras el paso del tiempo que todo lo cura,  acaecidos en los tiempos de la reina Isabel II, un tumultuoso periodo en el que no había día en que no se produjera una de estas enojosas situaciones. Famosa es aquella que cuenta un intento del rey consorte Francisco de Asís, de penetrar por sorpresa en los aposentos privados de su real esposa quien, en aquel momento, estaba compartiéndolos amorosamente con otro caballero. Dicen que el general Narváez se antepuso a los deseos del marido escamado al que acompañaban dos amigos militares de muy bronco carácter y sable fácil. La discusión acabó en duelo, con uno de eso amigos del rey Paquito ensartado de parte a parte por la espada de un escolta de Narváez. El asunto se tapó apresuradamente informando que la muerte por estocada de aquel sujeto se había debido a una epidemia de gripe localizada súbitamente en palacio.

El hecho de que yo sea periodista y ya en tercera actividad para mayor sarcasmo, no me faculta  para estar al tanto de lo que se cuece en las estancias nobles. Muy al contrario, sospecho con cierta base científica, que a los periodistas en situación de retiro forzoso comienzan a interesarnos más los hechos pasados que los presentes y por eso no nos enteramos de nada. El cruce de rumores que, en efecto, se ha ido acrecentando estos últimos días y desgranan desde una posible bronca del rey con Pedro Sánchez  a instancias de la amnistía y la salida airada del presidente, hasta ciertas visitas a Zarzuela de altos cargos militares, puede ser cierto o no serlo. Lo único que yo sé es que solo sé que no sé nada como dijo el filósofo. Es más, casi prefiero no saberlo, porque a estas alturas de mi existencia lo que más me interesa es una existencia sencilla y una serenidad duradera. Lo demás más vale ni mentarlo.

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