Opinión

Contra el mito y la leyenda

Personalmente siempre he huido de esas interpretaciones de los clásicos que pretenden poner patas arriba todo el encanto de los tratamientos tradicionales. Todavía estoy a la espera de que un “Hamlet” ambientado dos siglos después haga olvidar al original, y que “Carmen” situada en el Harlem deprimido de entre guerras tenga más poder de convicción que el que ideó Merimée. Los escenarios españoles tiemblan con la versión que la directora y actriz Blanca Portillo ha hecho del clásico de Zorrilla, “Don Juan Tenorio”, cuya pretensión primera es borrar todo vestigio de romanticismo en la señera figura del burlador protagonista de esta historia que con tanta frecuencia ha valido de fuente de inspiración a lo largo de los siglos desde Tirso a Mozart.

Blanca Portillo es, en efecto, una gran mujer del teatro y una de las mejores directoras escénicas del panorama nacional. Supongo por tanto que la realización será irreprochable y esa no es materia que se discute sino la oportunidad o no de otorgarle a los textos escritos por personas artísticamente muy competentes un procedimiento muy lejano al que esos autores han aplicado a sus obras. Ellos querían hacerlas como las hicieron y sigo pensando que son intenciones que merecen ser respetadas. Uno de los casos más representativos de interpretación muy dudosa es el de Drácula, al que nadie ha deseado guardar fidelidad absoluta ni intentar respetar simplemente el relato de Stoker. Ni en el cine, ni en el teatro, ni en los cómics, ni en nada de nada. Hasta los videojuegos lo han triturado.

Don Juan, drama romántico por excelencia y guardado tradicionalmente para ser representado en las fechas de Difuntos, ha salido de esa cápsula construida para él a base de dulzura, verso florido, amor y arrepentimiento, manida pero casi nunca quebrantada, para mostrarnos un personaje tétrico y oscuro, iracundo y salvaje, borrachazo y sombrío que es como Blanca Portillo ve el mito y como desea que aparezca en sus escenarios. Es muy probable que tenga éxito fuera de las murallas protectoras de su tiempo de representación tradicional, pero a mí va a seguir sin gustarme el sistema. Igual da. Siempre me han dicho que yo soy muy reacio a cambiar la partitura. Y tienen razón.

Te puede interesar