Opinión

Movimientos de ajedrez

Aprovechando el complicado parto que afronta Adriana Lastra y la maltrecha espalda de Dolores Delgado, el presidente Sánchez ha movido sus fichas para intentar llegar al final de esta tormentosa legislatura. Ha desplazado sus peones con la autoridad de un general planteando las estrategias que considera oportunas en el campo de batalla, sin tener en cuenta el coste de la maniobra que es como los tácticos del arte bélico planifican sus desplazamientos en los puntos candentes de la línea de fuego. Quien tenga que caer caerá y las bajas son solo elementos sacrificados en busca del más alto objetivo que es la victoria final. En definitiva, apuntes destinados a la estadística, y poco más.

Lo que ya no está tan claro es que sus designios basten para poner orden en el caos y salven la tienda. No está tan claro que Montero tenga la fórmula para recuperar el país de un marasmo económico del que no solo habrá que culpabilizar a Putin quien, si bien es un criminal de la peor ralea, no es el único responsable de la inflación que nos come por los pies ni puede ser considerado el autor material del desastre económico y social que amenaza devorarnos y que no puede contenerse repartiendo bonos regalo y apuntando el coste de semejantes planteamientos en la barra de hielo. Montero se verá obligada a responder a las exigencias de quien la ha colocado en el disparadero y tendrá que ingeniárselas para contener la subida de los precios y para que los grandes empresarios del país no enjuguen el incremento de impuestos que ha anunciado el presidente en su última comparecencia en la Moncloa aumentando el importe de los productos. Montero es hoy la número dos del cinturón de hierro con el que aspira a defenderse el presidente y apunta a figura clave en este último tercio de legislatura. Sospecho que su primera e imprescindible providencia consistirá en poner orden en el caos en el que se ha convertido la Administración. Las cosas se han torcido de tal manera que lo de Sánchez apunta con claridad a que se le está agotando la suerte.

Mientras tanto, el país arde. Y no vendría mal saber de verdad por qué. En Zamora se han calcinado 36.000 hectáreas, el incendio más grande ocurrido en España del que se tienen noticias. Y seguimos sin saber quien quema el monte.

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