Sería muy deseable que los partidos políticos –especialmente las formaciones cabeceras de gobierno y oposición que son los mayoritarios también- se pusieran de acuerdo en cuestiones básicas que no admiten medias tintas. Lo he repetido muchas veces, pero así actuaron Cánovas y Sagasta tras el fallecimiento del rey Alfonso XII que forzó la regencia de la reina María Cristina de Habsburgo madre del monarca. Ambos políticos acudieron generosamente a protegerla, obteniendo un acuerdo de base amplia auspiciado por el general Martínez Campos para que la soberana pudiera hacer frente con comodidad al periodo que le tocaba ostentar provisionalmente la corona hasta la mayoría de edad del heredero, Alfonso XIII.
Esta necesaria confluencia está hoy más lejos que nunca porque existen tantos argumentos que distancian al líder de la izquierda y al de la derecha que no es posible pensar en un acuerdo. De hecho y cuando parecía que se producían señas de arreglo entre Sánchez y Feijoo para la renovación de la cúpula judicial, la operación se ha partido y el gallego ha reflexionado sobre lo que le ofrecía su oponente y se ha retirado del pacto en ciernes.
Es en verdad un problema esta situación pero los acontecimientos desarrollado en estas últimas fechas conducen indefectiblemente a esta ruptura porque mientras Sánchez negociaba con Feijoo el tratamiento a otorgar al Consejo General del Poder Judicial tras la dimisión de Lesmes, y mientras se establecían las primeras negociaciones para compartir la composición del Tribual Supremo y el Constitucional, Sánchez se plegaba a los deseos de sus socios catalanes y la presión añadida de los de Podemos para adelgazar las penas establecidas para el delito de Sedición que afecta a los dirigentes políticos secesionistas incluyendo los que están en el exilio como ocurre con Puigdemont. En semejante circunstancias y con la vista puesta en un futuro asalto a la Moncloa, el líder conservador ha comprendido que así no se pueden intercambiar cromos y estamos otra vez en la casilla cero.
“Habrá acuerdo con el PSOE –dice Feijoo- pero no con este PSOE”, y es comprensible que así sea. La mayor parte de los líderes socialistas en la reserva responderían lo mismo. Por ejemplo, Alfonso Guerra.
