Opinión

O malo o tonto

Vaya por delante que no tengo el menor deseo de que José Antonio Griñán ingrese en la cárcel. Tiene prácticamente mi misma edad, su vida pública se ha cumplido, está ya de vuelta y en la pista de despegue, y la decisión del Tribunal de Andalucía ratificada por el Supremo que le condena a seis años de prisión constituye el peor colofón posible a una larga carrera de servicio público desempeñada en diferentes responsabilidades. Griñán no solo ha sido presidente de la Junta de Andalucía sino dos veces ministro. Lo fue de Sanidad y Consumo y posteriormente de Trabajo y Seguridad Social, en ambos casos formando parte de gobiernos de Felipe González. En ambos casos también, se manifestó como un ministro de perfil discreto y de actitud dedicada que no se distinguió por grandes acciones, pero bajo su responsabilidad ninguno de los dos ministerios hizo nada indeseable. Tal y como se manifiesta el mundo de la política, yo estoy por apostar por los políticos de traje gris a los que me gusta comparar con los árbitros. Cuanto más desapercibidos pasen, mejor.

La familia de Griñán –su mujer María Teresa Caravaca y su hijo Manuel concretamente- acaba de solicitar por escrito a Presidencia del Gobierno el indulto para el condenado, y todo apunta a que la petición va a ser aceptada. Griñán, como Chávez al que no le ha caído cárcel pero sí una larga inhabilitación para el ejercicio de funciones, no se lucraron de esta operación urdida por un operativo clientelar a gran escala al que se acusa de haber enajenado más de seiscientos millones de euros, pero está probado que nada hicieron para impedir que está feroz maquinaria de corrupción se adueñara de Andalucía y traficara con el poder, las prebendas, los tratos de favor, la compra de voluntades y el reparto de privilegios durante casi veinte años. Este vergonzante episodio constituye el mayor fraude de fondos de la Administración en toda la historia de España.

Los veteranos del partido tratan de defender la honra del ex presidente aireando su inocencia y alegando que no se ha quedado ni un duro. Los socialistas andaluces actuales se han colocado descaradamente de perfil porque esta situación les ha costado la ruina política y las elecciones.

Si Griñán no ingresa en prisión, al menos habrá de purgar su comportamiento de alguna manera. Si no ha sido malo ha sido idiota, y eso, en las altas responsabilidades se paga.

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