Opinión

Objetivo acercamiento

Alegra saber que personajes alineados con diferentes tendencias políticas que no son coincidentes, sugieren, aconsejan, alientan e incluso exigen la necesidad de alcanzar un consenso aunque sea para afrontar en común las causas más principales. El concepto se ha hecho dueño de la entrega de medallas de la Comunidad de Madrid, un acto institucional celebrado en la galería del antiguo Palacio de Comunicaciones de la plaza de Cibeles durante la festividad de San Isidro, patrón autonómico. Las protagonistas han sido las dos antiguas alcaldesas galardonadas, Ana Botella y Manuela Carmena, coincidentes ambas en la petición de limar crispaciones e implantar un clima más sereno que permita elaborar planes conjuntos en un ámbito como el capitalino en el que el triunfo de Isabel Díaz Ayuso impulsó a los partidos de la oposición a tratar de endurecer el partido desde el primer minuto del juego pos electoral. Botella recibió la bola negra de la minoría socialista a pesar de la costumbre existente de recompensar con la medalla de Oro de la ciudad a quienes han desempeñado el cargo de alcalde, un tono sumamente crítico que extendió al escritor Andrés Trapiello con el que el PSOE mostró su desacuerdo, aunque el portavoz socialista hubo de reconocer que no tenía ni la más remota idea del motivo de ese desacuerdo. Ella, en su discurso apeló al espíritu generoso y ejemplar de la transición mientras Carmena revelaba que le había pedido al Santo el milagro civil de la obligación de escuchar al otro.

Es el espíritu que parece reinar entre los presidentes autonómicos del PP y de PSOE, que abogan por la necesidad de sintonizar en cuestiones fundamentales y que coinciden en sus apreciaciones mucho más que sus representantes nacionales. Los siete presidentes más asentados del poder autonómico constitucional, Núñez Feijoo, Mañueco, Moreno, García Paje, Puig, Lambán y Fernández Vara están plantados en la exigencia de una necesaria acción conjunta en un país que necesita ponerse en marcha cuando la pandemia ceda. Y por ese planteamiento abogan y miran hacia Moncloa, bastión de la cerrilidad con el presidente Sánchez encasillado en una posición paradójica. Por un lado ha traspasado a los poderes regionales la gestión del covid y por otro se niega a ceder un ápice de poder ante los requerimientos de sus opositores.

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