Opinión

Ya se ocupa el rey Ricardo

Un escocés amigo mío me decía hace unos días que le resulta doloroso comprobar cómo el Reino Unido ha dejado de pintar en el panorama internacional y su primer ministro ni aparece ni se le espera en las instituciones internacionales en las que se debate el futuro continental y todos estos argumentos de alta política en los que, cierto es, no hay ningún británico tomando decisiones o presidiéndolas. Es verdad por tanto que David Cameron apenas asoma la cabeza en los retratos en familia a los que suelen acostumbraros los líderes mundiales, y que en el agudo problema que está planteando la situación de Grecia ni Cameron ni el Reino Unido han dicho ni pío. Nunca como en este último año Gran Bretaña ha sido lo que es en verdad. Un archipiélago separado del continente por un brazo de mar que ellos llaman Canal Ingles y que el resto del mundo prefiere denominar Canal de la Mancha que es más de todos.
En este momento de sorprendente mutismo isleño en el que sigue larvado ese sentimiento tan viejo como su política colonial, impregnado de un individualismo feroz que se traduce en un rechazo aún persistente a la integración y a la aceptación del euro, se hallan los restos del último de los York, el rey Ricardo III, en los subsuelos de un aparcamiento. Criminalizado por Shakespeare, que le atribuyó una mente tan enfermiza como su deforme cuerpo, y que le retrata como el más universal de todos los cobardes cuando le hace aullar “Un caballo, mi reino por un caballo” en mitad de la batalla de Bosworth en la que históricamente perdió la vida, al siempre envilecido monarca de la rosa blanca le corresponde ahora recuperar para su país algo de sitio en el concierto internacional gracias al hallazgo de sus restos y las solemnes exequias fúnebres que esas cenizas han recibido porque los británicos otra cosa no tendrán, pero encuentran una lupa y un tornillo y se las arreglan para montar en su entorno un museo.
Cameron lleva meses escondido, pero el rey Ricardo ya se ocupa de ello. Es más. Ahora resulta que en vez de un maldito villano fue un rey breve pero valeroso y bueno. También lo fue Juan Sin Tierra, mientras Ricardo Corazón de León, al que se le atribuyó condición heroica, era en realidad el más tonto de todos los reyes ingleses.

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