Opinión

El papel principal de los actores secundarios

Si bien los elegidos como mejores jugadores del mundo no han demostrado en lo que va de Mundial esas prendas que les distinguen del resto, los dos encuentros que han servido para clasificar a las dos selecciones que se jugarán el título también valen para coronar a dos impecables secundarios al menos en sus clubes de origen, proponiendo de paso un asunto sobre el que habrán de reflexionar sus entrenadores respectivos. Aquellos que ocupan el banquillo de los dos equipos más potentes del panorama español, el Real Madrid y el Barcelona.

La Copa del Mundo de Brasil nos ha dado a conocer la peor versión de un Cristiano Ronaldo agotado, fuera de quicio y renqueante, que terminó así su temporada y siguió arrastrando la rodilla en el torneo mundialista, mientras por el lado azulgrana, Messi dista mucho de la rutilante estrella que fue hace dos temporadas. El Messi de hoy es un futbolista discreto, con destellos de calidad asomando entre la abulia, que apareció en la fase previa y desapareció cuando su equipo más le necesitaba y que ha optado por mantenerse al margen. Juega muy lejos del marco contrario, se mueve en terrenos que no comprometen y lo hace al trote cochinero, sin arriesgar ni mostrarse, a pesar de ser el capitán y hombre clave en este objetivo de ganar un Mundial casi cuarenta años después.

Sin embargo, a falta de la autoridad que deberían haber impuesto los dos grandes del balompié universal, cumple destacar la loable actuación de dos jugadores que en sus equipos ocupan plaza de actores de reparto y que se han destacado en Brasil como trascendentes en la clasificación de sus respectivas selecciones. Sami Khedira hizo contra Brasil un partido memorable en su doble papel de atacante y recuperador, marcó un golazo y acabó considerado como el mejor de ese día, mientras nadie duda de que los proverbiales cruces de Mascherano otorgaron a Argentina el pase final. El jefecito se dejó en el campo todo lo que tenía, luchó como un bravo, apuntaló el mediocampo albiceleste, se multiplicó en las ayudas y realizó jugadas cruciales como libre por delante de su defensa. Ambos, Khedira y Mascherano, se reivindicaron a lo grande y de paso les plantean a sus dos entrenadores un problema capital que tanto Ancelotti como el debutante Luis Enrique habrán de solventar porque tanto Real Madrid como Barça están empleando a ambos en tareas que no concuerdan con sus demarcaciones mundialistas, y ambos han demostrado que jugando donde deben jugar rinden el doble que actuando donde se les ha puesto toda la Liga española. En el Madrid, la continuidad de Khedira está más complicada pero el Barcelona puede acomodar a Mascherano en su real función con menor esfuerzo. El argentino se vio en la obligación de aceptar la plaza de central ante la caricatura en la que se había convertido Piqué –al que por cierto le acaban de echar de un torneo mundial de póquer donde la inscripción costaba casi ocho mil euros- y a la vista de que Puyol estaba ya para los leones. Pero cierto es también que la temporada de Busquets ha sido floja y ahí es donde Mascherano las da todas. Pues tendrán que pensárselo.

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