Opinión

Pena y gafas negras

Está todo el país compungido, no con la situación política que nos ha dejado en herencia la consulta electoral del pasado domingo cuyas consecuencias vamos a pagar todos –se veía un poco absurdo y fuera de madre  el recital de alaridos, saltos y cabriolas incontroladas de la vicepresidenta Montero celebrando en la terraza de Ferraz cada  frase de un presidente que las va a pasar amargas para gobernar y va a tener que ceder lo que no está en los escritos- sino con la inesperada ruptura de la cantante Rosalía y el sujeto llamado Rawun Alejandro, cuya real ocupación no he conseguido desentrañar por el momento, seguramente por mi declarado analfabetismo sobre cuestiones musicales posteriores a separación de Oasis. 

He visto a la pobre Rosalía hecha polvo saliendo de un portal de París, rodeada de sus fans y con las gafas oscuras puestas, señal inequívoca de que a un famoso le aqueja alguna miseria. Cuando un cantante moderno se calza las de sol en un día nublado es que, o está perjudicado por tomar lo que no debe, o tiene problemas sentimentales de carácter contundente. Rosalía ya cargaba con ellos en esta aparición de París que ha servido a los vigilantes de la prensa sentimental para acusarla de mentir sobre el momento en que se produjo la ruptura con su pareja  a quien ha echado el guante una modelo de no te menees.  El día en que se produjo esta tragedia es, por tanto, más distante de lo que reconoció en sus comparecencias ante la prensa. Sea en ese día o sea otro, la ruptura es un hecho y Rosalía, haciendo de tripas corazón para hacerse selfies con los incondicionales y ocultando las lágrimas tras los cristales ahumados, ofrecía un paisaje de extrema soledad y abatimiento que daba pena verla. Como las estrellas de la canción actual se inclinan decididamente por la languidez de obra y de palabra, uno no sabe a ciencia cierta si se trata de un rol asumido y puesto en práctica por exigencias de una campaña de márquetin, o si hay de por medio mal de amores que exige gesto de tristeza. Sospecho que hay un poco de las dos cosas.

Supongo que los desengaños amorosos son iguales entre una cantante famosa y su novio que entre la hija de mi vecina del quinto y el suyo, pero no hay color en la respuesta, hay que reconocerlo. Rosalía tiene una pena muy grande pero uno ha visto tantas rupturas famosas que no sabe ya si creerlas.

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