Opinión

Pepe Costas

Lo peor que puede ocurrirle a los recuerdos sometidos al inexorable paso del tiempo es precisamente que dejen de serlo. Las nuevas reglas de la corrección política inciden premeditadamente en la bondad de olvidar pasajes sumamente dilatados de los viejos tiempos, como si las cosas que ocurrieron hace tantos años y en circunstancias sociales y políticas tan poco deseables necesitaran ser olvidadas. Yo no creo que ese sea un buen ejercicio, ni acepto la necesidad de borrar retazos de percepciones anteriores porque creo que su experiencia puede ser de mucha ayuda para enfrentar con conocimiento y decisión los tiempos futuros. En aquellos momentos, cuando muchos de nosotros éramos tan jóvenes, también estaban a flor de piel los sentimientos. Se amaba, se sufría, se reía, se vivía y se moría como ahora, y los chicos y chicas que nos bebíamos la vida a grandes tragos, tratamos de trazar camino a las generaciones venideras practicando una gimnasia sumamente comprometida y claramente en riesgo que los más de nosotros practicamos con la mejor música que se ha hecho nunca como telón de fondo. Como la que pinchaba Pepe Costas.

En Baiona, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo, Pepe Costas a quien tanto quería. Pepe le puso banda sonora a mi juventud desde la cabina del pincha, y quien dice a la mía, dice a la de toda una generación que hoy es todo recuerdos no borrados ni modificados, y que entonces se escapaba por las noches a la discoteca “Eva” de Playa América a compartir con él y con su socarronería gallega, el pulso de la existencia a golpe de bajo y batería hasta el amanecer, cuando Pepe colocaba sobre el plato giratorio del estrado desde el que dirigía la ceremonia, el inexorable “Long train runnin” de los Doobie Brothers, señal inequívoca de que había que ir desalojando.

Pepe Costas lo fue todo en esa franja de territorio costero e interior al sur del puente de Rande. Un día que andábamos buscando alguien que tocara la batería, supimos que Pepe no solo tenía pulso y púa para ponernos en órbita desde la carlinga del disc jockey sino que era un baterista de primera. Y cuando no fue batería, fue pregonero, y cuando no fue pregonero fue contador de historias… Y siempre un hombre bueno y un amigo como pocos.

Si escuchan una caja, un charles y un timbal sonando en el cielo hoy, ese es Pepe.

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