Opinión

El personaje

Esperanza Aguirre es todo un personaje y como todos los grandes personajes, desata amores e iras a partes iguales allá por donde transita. Lo que en absoluto despierta esta mujer que por añadidura ha salido con bien de un accidente de helicóptero, un cáncer de pecho y el ataque a tiro limpio del hotel donde se hospedaba, es indiferencia. Su designación como cabeza de lista de la candidatura popular al ayuntamiento de Madrid no ha sido, como resulta casi obligatorio procediendo de su persona, una designación placentera sino que la candidata ha tensado la cuerda hasta donde le ha parecido necesario y ha obligado al presidente Rajoy a comérsela toda entera. Las relaciones entre Rajoy y Aguirre son tormentosas desde hace mucho tiempo pero el presidente sabe sin que nadie se lo explique que el único modo de conservar una plaza tan emblemática como la alcaldía de la capital es depositar este objetivo en ella. El problema es que ella también lo sabe. Y si Marino Rajoy ha resuelto contar con Aguirre deberá hacerlo con todas las consecuencias. Ella asume el desafío pero también pone sus condiciones. No dejará la presidencia del PP de Madrid, hará su lista sin que nadie la intervenga, elegirá uno por uno a los que compondrán su equipo y nadie influirá en estas decisiones. Y si no es así, Aguirre se vuelve a casa y todos tan contentos.
Los grandes males exigen también grandes remedios y la situación por la que atraviesa el Partido Popular en Madrid es tan complicada que necesita la aplicación de una terapia de shock para recuperar el terreno. Y aunque al presidente Rajoy el planteamiento le produzca úlcera de estómago, una vez descartada Ana Botella y tras dejar caer a Ignacio González, lo que viene a continuación es Esperanza Aguirre para amarrar la alcaldía y lo que sea para la comunidad. El PSOE también está en cueros.
Esperanza Aguirre tiene esas cosas y se desplaza con ellas en la maleta. Obtener el ayuntamiento de Madrid le va a costar mucho más que cualquier otro reto en su vida pública. Pero por si acaso, si yo fuera uno de los policías que la persiguieron hasta su casa ya estaría pidiendo plaza en la poli local de Navalcarnero.

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