Opinión

Política de chistera

Pedro Sánchez debía haber dimitido la misma noche en la que se conocieron los resultados electorales. Fue una noche amarga para el PSOE quien, con su candidato a la cabeza, obtuvo los peores resultados de su historia. A Sánchez le salvó de la debacle el granero de Andalucía pero la conciencia colectiva tuvo el convencimiento de que estaba políticamente muerto cuando supo que en Madrid, su territorio natural, había obtenido la cuarta posición cosechando tal ridículo que debería bastar para que los socialistas se buscaran un nuevo líder y Sánchez vaciara los cajones y se fuera a casa. Era lo más digno y adecuado.

No lo hizo porque Sánchez es simplemente más vanidoso que pragmático y su vanidad le ha dado paradójicamente alas. Es el egoísmo y una ambición desbocada lo que le mantiene en el alambre y le obliga a plantearse, a partir de su fiasco electoral, una política basada en las reglas de supervivencia y en las virtudes poco exploradas de los juegos malabares.

Desgraciadamente para Sánchez, parece haberse agotado el filón de políticos con chistera y varita mágica en aras de un país que necesita estabilidad política en lugar de conejos extraídos de un sombrero y usados para calmar ansiedades mediante el arte de la prestidigitación. Sánchez tira de las orejas de los conejos como puro sistema para seguir viviendo y por eso se ha presentado ante el comité federal apelando al poder de la magia blanca –e incluso de la otra si hiciere falta- para anunciar que irá más allá de las exigencias de sus propios barones y someterá sus actuaciones al dictamen de la militancia. La acción inmediata que a cualquiera se le ocurre es indagar cómo se hace eso y cómo se puede suponer que los militantes socialistas van a votar las andanzas de su líder a lo largo y ancho de la geografía española. ¿Mediante urnas en las agrupaciones?, ¿mediante una página web abierta y con clave de acceso solo conocida por la militancia?, ¿por teléfono prometiendo por su honor que se es militante?, ¿personándose en Ferraz con el carné en la boca y el recibo de estar al día en las cuotas?...

Sánchez se aferra pero se necesita otra cosa. Políticos generosos que no pretendan sobrevivir, y un entendimiento entre partidos que apuesten por lo mismo y que necesitan dialogar pensando en el país no en ellos solos.

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