Opinión

Ganará Mortadelo

La política nacional y sus intérpretes han ido a parar a un pantano del que no es fácil salir ni siquiera si, como Pedro Sánchez, uno ha aprendido a nadar incluso con mar de fondo. Sánchez es un sujeto que se reinterpreta todas las mañanas porque su supervivencia depende estrictamente –como en el caso de Mortadelo- del disfraz que elija cada vez que salta de la cama. Estos días ha elegido el de español entregado y entusiasta, un papel que repudiaba hace apenas tres meses cuando, tras pactar durante la legislatura anterior con los independentistas catalanes y morir en el intento –es interesante recordar que fueron estos independentistas los que le retiraron el saludo y le obligaron a convocar unas elecciones que todavía no han sido resueltas- dio luz verde a su gente para pactar con el independentismo en varios ayuntamientos vascos y catalanes y en el gobierno de Navarra. 

Hoy, aquel Sánchez que rivalizaba con Iglesias en el reconocimiento plurinacional para robarle votantes, que trataba de contentar a los soberanistas de Cataluña con inversiones millonarias, y que llegaba al paroxismo de creerse su propio relato, se ha convertido en un hijo comprometido de la generación del 98, más joven, más erguido y más guapo, al que le duele España en el alma, adopta poses barojianas y se siente tan preocupado por el alma transida de este viejo país milenario como lo estaba Ortega. El profundo dolor por un país en bancarrota moral y económica de los del 98 –Ganivet, Valle Inclán, Baroja- se convirtió en librepensamiento comprometido el 27 –Machado, Ortega, Azorín, Maeztu, Salinas, Federico- y se hizo paradójicamente falangista en el 36 –Torrente, Cela, Tovar, Cunqueiro, Ridruejo, Aranguren- si bien casi todos ellos ingresaron entusiastas e iluminados y salieron huyendo cuando Franco metió preso a Hedilla confinado de por vida en arresto domiciliario y se puso la boinita colorada.

A Sánchez, heredero directo coyuntural de las tres generaciones, le duele ahora España aunque nadie sabe qué le dolerá mañana. Él tiene la chistera llena de disfraces que usa libremente y sin que se le ponga la cara colorada. Los demás, Casado, Iglesias, Rivera, se dejaron ir en brazos del no hacer nada y esto se ha ido a tomar viento fresco y no soporta más mediocridades con independencia de quien gane en noviembre. Da igual. Ganará Mortadelo pero eso no nos va a salvar de nada.

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