Opinión

Posados y famoseos

La llegada del verano propone el resurgimiento de todas les celebridades que estuvieron mariposeando por los rincones del animado escenario social durante la época de los fríos, pero en bikini. Las dietas, los gimnasios, el quirófano, las carreras con gorra, gafas de sol y cascos musicales por el Retiro, el dance, el taichí y otros procedimientos, han de producir forzosamente algún beneficio, y las famosas se han lanzado a ombligo abierto para que todos podamos contemplar la cosecha de un esfuerzo continuado que produce estos cuerpos admirables a base de muchas privaciones y mucho sacrificio. Es lo que tiene depender excesivamente de la anatomía para ganarse la vida, pero es verdad que hay ganas de ver a los populares rostros de todo el año luciendo palmito en las revistas y que de algo habrá de servir la esclavitud que proponen las tan comentadas y polémicas dietas de la alcachofa, la macrobiótica, la Dukan, o la del doctor Hatkinson por citar algunas de las más utilizadas.

El verano oficial no ha hecho más que empezar y ya nos ha sido mostrada Cristina Pedroche en una cuidada foto de espaldas practicando top less sobre una colchoneta en las aguas trasparentes de su piscina. Se trata de lo que hemos de suponer es el relevo naturales de aquel banderazo de salida que protagonizaba Ana Obregón en los primeros días del estío de hace unos años cuando la actriz aún defendía el cuerpo cada vez con mayores apreturas. Obregón es ya sesentona reciente y cumple reconocer que iba siendo hora de entregar el testigo.

Le toca por tanto, por designación popular, a Cristina Pedroche, una alegre y desinhibida chica del barrio de Entrevías, hincha del Rayo y cuya historia tiene matices de rotundo toque popular que pueden asemejarse a la de Cenicienta. Hija de una familia muy modesta con una madre limpiadora de colegios, comenzó como alegre reportera metiendo las narices en todas partes y hoy está entre las diez mujeres más sexys del planeta y ganándose su buen dinero mientras aguante el tirón de una popularidad que suele ser efímera. A mí me cae estupendamente y le deseo lo mejor. Lo que tiene se lo ha ganado a pulso como una campeona.

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