Opinión

Un presidente de película

Que el presidente del Gobierno de España haya aceptado ser protagonista de un documental seriado sobre sí mismo que proyectará alguna de las múltiples plataformas de pago, propone un amplio abanico de disquisiciones sobre su carácter, sus creencias y sus apetitos que no pueden ser soslayados. Se trata, o eso al menos aparentar ser, de una película por capítulos cuyos primeros fotogramas están siendo ya emitidos a modo de aperitivo de lo que significará el producto final, y en el que se nos muestra al primer ministro español en toda su gloria, como epicentro de todo un esfuerzo múltiple destinado única y exclusivamente a enaltecer y sublimar la figura de un joven político encaramado a lo más alto de la cumbre política. Un personaje joven, atrevido, dinámico,  muy atractivo, humano, sensible, audaz  y receptivo. Un sujeto irresistible.

Ahora sabemos que Mariano Rajoy se negó a prestarse a una proposición parecida mientras estuviera ejerciendo la responsabilidad que las urnas le atribuyeron, escenario al que no ha querido oponerse el actual inquilino de la Moncloa, cuyas atribuciones de carácter ponen de manifiesto sin asomo alguno de duda el hecho de que él si ha consentido. Pedro Sánchez será –es ya porque el producto está finalizado- figura principal y prácticamente única, salvo el papel que desempeñan en la producción los miembros de su staff más cercano, de una serie televisiva cuyas cámaras han entrado en Moncloa para  perpetuar su figura mientras ejerce la presidencia del país, situación que merecería un análisis sociológico y sicológico a fondo, y un implacable estudio  administrativo riguroso  si no fuera porque desde el punto de vista ético es absolutamente inadmisible. Es un ejercicio de narcisismo tan pronunciado y absurdo que no puede ni debe considerarse simplemente como una anécdota, como se encamina a estas alturas el debate que este disparate ha merecido por parte de la opinión pública. La nutrida e incansable guardia de  Presidencia que habita en Moncloa y que vigila, manipula y corrige si es preciso el comportamiento del país, se resguarda de la polémica advirtiendo que el serial no va a proyectarse en la RTVE, pero aunque sea así y la prudencia y habilidad del equipo de ideólogos del régimen orillen valerse de la televisión pública, el hecho sigue siendo el mismo o peor. Conviene no olvidar el gasto de una producción así como el reparto de los beneficios que genere. En definitiva, no puede ser admitido aunque se admite.

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