Opinión

Quemando etapas

Vamos quemando etapas, que es lo que cumple hacer en tiempos en los que uno no sabe con exactitud qué va a pasar el día siguiente. Hace cuatro o cinco meses, la esperanza estaba puesta en poder pasar un verano relativamente cotidiano disfrutando de sol, playa, paseos a la orilla del mar y veladas a la luz de la luna. No había ni la más mínima seguridad entonces de poder cumplir aquel anhelo, y la mayor parte de nosotros nos planteamos esa posibilidad como un referente utópico, cantando y aplaudiendo en las ventanas. Parecíamos los israelitas cuando se echaron el hatillo al hombro y se pusieron en camino desde Egipto con la vista puesta al otro lado del desierto en la Tierra Prometida. 

Venturosamente, el verano ha podido celebrarse con una relativa normalidad, especialmente complaciente en algunos lugares privilegiados de España como aquel en el que vivimos nosotros. Y con una mascarilla puesta, hemos caminado por la playa, nos hemos metido en el mar y hemos soñado con un bicho vencido o al menos, domeñado. Las cosas como son, el dominio del animal nos ha salido por la culata, y cuando los cielos se angostan, se comen higos y las hojas de los árboles se hacen doradas y se caen al suelo, la pesadilla está intacta y tornan los anhelos. El límite que volvemos a marcarnos al iniciar esta nueva etapa es la Navidad en familia y esa me temo que está más cara.

Vamos por tanto quemando etapas, aunque en este caso, el telón de fondo que nos espera para atizar el rescoldo de la esperanza es un decorado más oscuro que el que se nos proponía en marzo, porque entonces íbamos camino de la luz y en el que nos toca ahora vamos camino de la sombra. Los días ya no crecen sino al contrario, el sol ya no calienta, el termómetro baja y han llegado las lluvias. Estamos en otoño y ya lo decían los Mamas & Papas: “Todas las hojas son marrones, y el cielo esta gris. Salí para dar una vuelta en un día de invierno…” 

Vamos a estar mucho tiempo aguardando y nos quedan muchas etapas que quemar y más si sigue imperando un inquietante desconcierto en quienes tienen que tomar decisiones y hacer las cosas correctas. La letra de esa misma canción –Californian dreamin- dice “me paré en una iglesia que estaba en mi camino, me postré de rodillas y me puse a rezar”. Más vale tomar soluciones válidas que encomendarse a la oración. A Dios rogando y con el mazo dando.

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