Opinión

La república de Podemos

No hay día en que la interminable estupidez desplegada por la fontanería palaciega en la construcción del lenguaje políticamente correcto se quede en ayunas. La obsesiva necesidad de introducir en las entretelas de la sociedad una interminable colección de términos con carga subliminal, subordinados a su vez a aquellos mensajes políticos que cada una de las fracciones quiere colocar en el cuerpo social, obliga a los gabinetes estratégicos a devanarse las seseras a la caza y captura de una muy determinada y precisa clase de léxico. Hay que actuar con sumo cuidado y exquisita prudencia para acertar. Para dar con el sustantivo necesario, el adjetivo adecuado, el adverbio juicioso, la frase significada, el concepto influyente… Un dilema.

Ayer era día lectivo, y la persona elegida para introducir en la corriente social la idea que tocaba fue el rosarino Pablo Echenique, portavoz de su grupo parlamentario en el Congreso y miembro destacado de Unidas Podemos. Coincidiendo con un vídeo colgado por su formación en la red que procura ahondar en el lado más reprobable del rey emérito Juan Carlos II, Echenique nos obsequió con el concepto de república a la que aspira y contempla cada día más cerca. La “República solidaria y multinacional” una modalidad republicana nueva que supongo está más cerca de aquella que alentó en 1873 Roque Barcia en el curso de la revolución cantonalista desde su atalaya de Cartagena, que de cualquier régimen republicano normal y corriente establecido hoy en un país de nuestro entorno, léase Francia, Alemania, Portugal, Italia o incluso Grecia. 

Sospecho también que este concepto de estado republicano “multinacional y solidario” maneja dos conceptos tan dispares y contrapuestos que resultan prácticamente irreconciliables. Y de coincidir, asegurarían un caos ante el que aquel que se planteó en aquellas cantonales cartageneras resueltas a cañonazos por la armada de la propia I República con Castelar de presidente, será solo una juerga flamenca. Afortunadamente, esta imbecilidad presuntuosa y fatua del diputado podemita solo debe cursar para sus correligionarios. El resto, si hay que abogar por la República, lo haremos por una más razonable, más sensata, más posible y más seria.

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