Opinión

La respuesta llega tarde

Resulta curioso e incluso paradójico comprobar la respuesta de los medios públicos al inquietante comportamiento de Sánchez y su guardia privada en esta semana larga y traumática que ha colocado el orden constitucional, la independencia de poderes y la propia libertad política y de la otra al borde del precipicio. Especialmente llamativa es la que han elegido los integrantes del Consejo General del Poder Judicial a los que la verborrea gubernamental ha igualado con guardia civiles golpistas y elementos facciosos de la peor ralea. Tras mucho tiempo sin decir ni pío y horas y días de aguantar en silencio las duras descalificaciones de los políticos gobernantes, han acabado firmando una nota reprobando sus declaraciones. Pían tarde.

Es evidente, como decía hace poco públicamente un personaje tan poco sospechoso de pertenecer a la derecha como Cristina Alberdi, que a los partidos de la oposición les asiste el derecho constitucional de presentar recurso ante las instancias jurídicas correspondientes si interpretan que el Gobierno ha sobrepasado sus funciones. Y es también evidente que los órganos judiciales más altos de la nación son los únicos encargados de dictar sentencia ante estas situaciones. Por tanto, este torrente de insultos y descalificaciones vertidos por Sánchez y sus pretorianos –es curioso que a Bolaños se le pone colorada la nariz cada vez que comparece ante los medios para arrear estopa- está fuera de lugar y no parece responder a otro motivo que a la inquietud que puede producir si acaso a los jueces del Constitucional se les ocurre fallar en contra.

Lo que llama más la atención o al menos a mí me sorprende, es la mansedumbre exhibida por el colectivo judicial ante esta catarata de insultos despiadados, comparaciones intolerables e injerencias que rebasan los límites permitidos. Este acento bolivariano que se percibe cada vez más en el comportamiento de un gobierno que está dispuesto a perpetuarse cueste lo que cueste –aunque cueste la esencia misma del Estado de Derecho- no ha alarmado a la judicatura hasta que los ataques han subido de tono alcanzando su cota máxima. Es tarde ya para tratar de neutralizarlos. Pero sobre todo, esta tardanza esconde una sospecha cada vez más avanzada. Muchos de los que forman este colectivo aprueban el comportamiento aunque se les trate como se les trata. Allá ellos si lo aguantan, pero lo van a pasar mal si no ponen freno a este disparate.

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