Opinión

El Rufián y las muñecas rusas

Es, desde luego, pura casualidad pero el nuevo representante político de Esquerra Republicana de Catalunya en Madrid se llama Rufián de apellido y es el único jefe parlamentario que no acudirá a la cita con el Rey en la Zarzuela. Se borra por propia iniciativa y como respuesta a la decisión real de no recibir a la nueva presidenta de su Parlamento regional recién constituido. Gabriel Rufián Romero, hijo y nieto de andaluces y antiguo cofundador de una plataforma para la defensa del proceso de independencia en castellano, no irá a visitar a Felipe VI quien iniciaba ayer su turno de consultas para la propuesta de candidato a la presidencia del Gobierno. No lo hará porque no quiere. ERC ha dicho que donde las dan las toman.

Rufián y la ERC no podrán presidir el Gobierno aunque así lo desearan porque las matemáticas son muy tercas así que, por ese lado, no se pierde nada. Pero lo más llamativo de esta negativa es la paradoja que se encierra en ella misma y que convierte con frecuencia la política de los partidos independentistas en una muñeca rusa en la que sus componentes se angostan unos en el interior de otros. Rufián –estamos ante un caso en el que sería absolutamente comprensible un cambio de apellidos porque tiene tela llamarse como se llama- ha declinado la invitación del monarca para acudir a la Zarzuela ya que el monarca se niega a recibir a Carme Forcadell, una de las más fuertes militantes del partido en el que milita y en el que, de modo un tanto sorprendente, Rufián obtuvo el primer puesto en la lista de ERC por Barcelona. Paralelamente a esta negación, existe el hecho de que ERC no reconoce al Rey, y por tanto Rufián se enfada con la negativa del soberano en recibir a su compañera aunque para ambos ese soberano no lo es y no tiene representación alguna. He aquí una potente paradoja.

Muñecas rusas una dentro de la otra aunque con todo, no es éste el despropósito mayor y aún sospecho que esta ausencia no habrá hecho mella alguna en el ánimo del Jefe del Estado. Hay un disparate más amplio y es que Rufián y los suyos son parlamentarios en un Congreso que no reconocen y del que no quieren formar parte. Cierto es, sin embargo, que el acta parlamentaria ofrece jugosos beneficios retributivos, sociales y fiscales y sustanciosas ventajas. Rufián, hasta hace unos meses, estaba en el paro.

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