Opinión

Se va o se queda

El día que a los hinchas del Real Madrid nos sugirieron que Cristiano Ronaldo podría abandonarnos, supusimos casi todos que aquella especie nefanda que estaba circulando solo tenía una explicación. Que algún enemigo irreconciliable de la causa madridista había filtrado semejante bulo  para causar un infinito desasosiego. Desgraciadamente –o quizá afortunadamente que nunca se sabe y la Historia se encargará de ratificar alguna de las dos propuestas- aquel supuesto bulo era cierto, y Cristiano salió  rumbo a la Juventus de Turín donde apura sus últimos años como futbolista de élite. Los seguidores merengues no supimos calibrar la trascendencia del escenario fiscal y jurídico, y ciegos como topos, supusimos que las únicas razones que se daban cita en aquella manifiesta tragedia solo tenían que ver con el color de la camiseta. Craso error. Luego fuimos averiguando que Cristiano había exigido que sus impuestos sobre el bruto percibido los asumiera el club y que Florentino dijo que hasta aquí hemos llegado. El Madrid pagaba una fortuna inimaginable por un futbolista único que garantizaba al menos 45 goles por temporada pero que estaba al borde los 36 años y se había convertido más que en un activo, en una rémora.

El camino de Messi hasta convertirse en el mayor obstáculo para la necesaria renovación del Barça pasa por idénticos conceptos, con la diferencia apreciable y sustanciosa para el que lo quiera ver, que un Cristiano algo más viejo tiene sin embargo mejor físico para aguantar en condiciones más favorables las exigencias de un nuevo fútbol que anida en la brutal condición física de sus practicantes. Visto como se desarrolla el fútbol actual que tiene su reflejo más fidedigno en el Bayern de Múnich, un Barça con Messi no puede afrontarlo ni la renovación es posible con su presencia. Messi ya no juega. Se pasea y exige que el equipo juegue para él. Es un genio, es cierto, pero su influencia  lastra por completo el planteamiento de un sistema renovado de juego y el crecimiento de futbolistas más jóvenes que necesitan de su beneplácito para seguir creciendo. 

Sospecho que el nuevo entrenador es el sujeto al que la directiva culé ha elegido para manejar el verduguillo y que, una vez completada, será acusado de haberla aplicado y será expulsado como un réprobo. Pero la necesidad manda. Sin Suárez, Vidal, y Messi el Barça está libre. Si Messi se queda, allá ellos.

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