Opinión

El silencio del cordero

Llevamos demasiado tiempo escuchando aquellos susurros que colocan al sindicato UGT en el camino de la sospecha. Hace mucho que cualquiera, a la vista de los abundantes puntos débiles y cada vez más oscuros que se adivinan en la gestión del sindicato durante años, pueden columbrar que algo huele a chotuno en sus sentinas aunque esa percepción se ha ido anestesiando con subterfugios y componendas tratando de adormecer lo que no puede ser ocultado por más tiempo y lo que necesita desentrañarse incluso para que una institución tan longeva como la central socialista pueda mirar a los ojos a la sociedad a la que pertenece y en la que ha crecido fijándose como objetivo fundacional la defensa de los intereses laborales de sus afiliados y genéricamente los de la clase obrera en general.

Desgraciadamente a UGT no le ha llegado el relevo generacional y el sindicato no solo se ha quedado hueco de ideales sino que se ha empobrecido moralmente y se ha convertido en una patraña sin ilusión, sin capacidad de acción y lo que es más dramático, sin ética. Los últimos tramos de una larga investigación policial y judicial muestran los estragos de una parálisis de empeños cuyo principal responsable es un Cándido Méndez que no ha hecho otra cosa que pasearse en coche oficial desde que era un mocito y que se ha adocenado con el tiempo hasta el punto de hacer la vista gorda a un conjunto de prácticas delictivas que han podrido el cesto y le han hurtado a UGT cualquier posibilidad de confianza.

UGT Andalucía es una vergüenza y Méndez otra vergüenza más grave aún por tolerar lo que ha tolerado y desmarcarse ahora de un ámbito en el que se huele la podredumbre y se vislumbran hechos que avergüenzan. El secretario general no puede seguir amparándose en el anonimato, hurtando el bulto y guardando silencio mientras la instrucción judicial sigue mostrando más y más motivos para la sospecha y la existencia cada vez mejor documentada de una auténtica trama de amaños y componendas específicamente preparada para estafar millones y millones de dinero público. Méndez –que inició su andadura política en Andalucía aunque es extremeño de nacimiento- lleva encaramado a la cúpula de UGT veinte años cumplidos el pasado mes de abril, y ya va sido hora de que se vaya o lo echen. Es ley de vida y en este caso con mayor motivo.

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