Opinión

El sillón compartido

No muchos saben a estas alturas que el cargo de vicepresidente del Banco de Inversión Europeo con un sueldo de 23.000 euros al mes, dietas y complementos aparte, es un asiento de lujo compartido al alimón por Portugal y España cuyos gobiernos tienen la potestad de nombrar a su ocupante de manera alternativa. Cuando el elegido por Lisboa finaliza su ciclo le toca el turno al que determina Madrid y vuelta a empezar. Magdalena Álvarez es, por tanto, una agraciada con semejante lotería, y se beneficio de aquella generosa lluvia de cargos y prebendas que distribuyó Zapatero entre sus mujeres favoritas cuando el disparatado gobierno que presidió en segunda legislatura se dirigía ya hacia un ruinoso final. A todas ellas las situó divinamente valieran o no valieran, pero a Álvarez le dio lo mejor que tenía. La ex ministra de Fomento, cuyos desastres comienzan a aflorar hoy a superficie como afloran los restos enterrados en fosas descarnadas cuando se retira el temporal, se llevó en este generoso reparto el premio gordo y a él se aferra desesperadamente a pesar de que los rastros de sus andanzas ya no hay quien los tape y la cúpula de la institución ha iniciado el proceso para destituirla después de que la Audiencia de Sevilla aceptara finalmente la imputación cursada por la juez Alaya rechazada en primera instancia por inconcreta.

En la ex ministra Álvarez concurren a estas horas graves insinuaciones que brotan de distintos frentes en los que ha ejercido y que se empeñan en poner en evidencia un comportamiento pródigo en sospechas. A la imputación firme en Andalucía donde la autoridad judicial la considera cerebro de una estafa multimillonaria a cuenta del dinero público hay que añadir ahora las evidencias de un fraude en las obras del AVE en Cataluña localizado en el tiempo en que desempeñó la cartera de Fomento. Por la primera de las causas, la juez le ha impuesto una fianza de 29 millones que la ex ministra ha recurrido. Su responsabilidad en los delitos que se investigan en el segundo supuesto está por ver pero, por si acaso, su sucesor José Blanco ya ha marcado territorio. En esas condiciones, seguir ostentando un cargo como el que ostenta es una obscenidad y no creo yo que el BIE esté por respaldar obscenidades. Madrid y Lisboa ya negocian quién va a ser su sustituto.

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