Opinión

Sin respuesta

Es la primera pregunta con la que se encuentra un periodista cuando alguien se le acerca: ¿Qué va a pasar, habrá elecciones o investidura de Sánchez? No hay respuesta, porque solo cabe una que a nadie convence: ni Pedro Sánchez sabe qué va a ocurrir.

La única certeza es que estos dos días el rey celebrará una nueva ronda de consultas a la que no piensan acudir los partidos independentistas ni nacionalistas con excepción del PNV. Ronda que según marca la Constitución finalizará con la designación de por parte del rey de un nuevo candidato a la investidura, previsiblemente Pedro Sánchez si está dispuesto a hacerlo. Después… nadie tiene ni idea de qué puede pasar después. En ese ”nadie” está incluido el propio presidente de Gobierno.

Don Felipe no tendrá la información necesaria para conocer con cuántos apoyos podrá contar Pedro Sánchez; tampoco lo sabía en la ronda anterior, por eso se inclinó por Núñez Feijóo como candidato, porque el rey ya tenía la prueba de que estaba a solo escaños de la mayoría absoluta y, además, había ganado las elecciones. Ahora se supone que los independentistas catalanes apoyarán a Sánchez, pero solo se supone.

El rey, como todos los españoles, es consciente de que Sánchez está sometido a un chantaje intolerable que no aceptaría ningún dirigente con sentido de Estado, y además cualquier chantaje aceptado desencadena sucesivas y futuras exigencias. Pero a Sánchez no le detiene esa certeza, tampoco que gran parte de su partido y de los españoles se sienten escandalizados por sus negociaciones… y que lo que exigen los independentistas es inconstitucional, como dicen los expertos y como decía el propio Sánchez hasta hace dos meses.

En el debate de investidura de Feijóo, los independentistas y Bildu expresaron abiertamente su desprecio por el rey, incluso pusieron en duda su imparcialidad a la hora de designar al candidato a la investidura, lo que demuestra su escaso respeto por la Constitución y por Felipe VI, y también su ignorancia: las monarquías parlamentarias como la nuestra tienen minuciosamente recogidos los derechos y obligaciones del Jefe de Estado, pero además ocupan los primeros lugares de la lista de países que mejor cumplen los requisitos democráticos. Estaría bien que lo recordara en sus intervenciones públicas el presidente de Gobierno, pero el actual presidente no está en eso, sino en ver cómo se las puede arreglar para seguir siendo jefe de Gobierno.

¿Qué va a ocurrir? No lo sabe ni él. El nombre del futuro presidente de Gobierno depende de la decisión de un prófugo de la Justicia. Para vergüenza de todos.

Este 1 de octubre los independentistas han vuelto a presentar esa fecha como el inicio de su rebelión contra España. Sería patético que las manifestaciones les dieran aliento ante un Sánchez que sigue diciendo que lo importante es negociar. ¿Qué hay que negociar con Puigdemnt más allá de su obligación de comparecer ante la Justicia?

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