Opinión

El solitario en alpargatas

Vi a una no desdeñable parte de la opinión pública, y ciertos medios de comunicación menos proclives, han fruncido el entrecejo al contemplar la sorprendente imagen del presidente del Gobierno sentado en un despacho habilitado en su residencia de verano, y vestido con traje, camisa, corbata y alpargatas playeras. Se trata de una estampa impregnada de suave cierto ridículo, que relata las especiales características del sujeto que ocupa la silla del jefe del Ejecutivo, y que no hace otra cosa que respaldar la menguada imagen que transmite. Pero es probable que el panorama no pase de anécdota sobre la que han caído como aviones de combate los numerosos enemigos del primer ministro, en comparación con el verdadero fondo de la cuestión. Lo que en verdad se esconde tras esta postal superflua y absurda tan propia de un personaje como Pedro Sánchez, al que cada vez parece importar menos lo que de él y de su gobierno opine una buena parte de la ciudadanía. Sánchez confía en que la otra parte adore esos comportamientos y, lo comido por lo servido.

Sin embargo, tras esta entretenida pose sentado en soledad sobre una mesa, ante la pantalla de un ordenador, en terno claro y zapatillas, hay mucho más. Hay un país regido por un equipo gobernante que no tiene nada que aportar ni que decir en una crisis de las características que se ha planteado en Afganistán. Y un presidente paralizado y sin capacidad alguna de gestión y autoridad para enfrentarse con la clase de situaciones que marcan el nivel de grandeza de los políticos. Esa estampa que el propio gabinete presidencial ha puesto en circulación para que todos sepamos que el huésped de la antigua residencia real de la Mareta en el archipiélago canario, ha interrumpido su descanso estival para ponerse al mando de una situación difícil, es en realidad un lúgubre canto a la rendición, a la pobreza y al desconsuelo. Si la fotografía de un líder ante la gravedad de un episodio internacional de primer grado estaría marcada por una actividad febril con docenas de ministros, altos funcionarios, especialistas, asesores y personal militar tomando decisiones en blusa o mangas de camisa, la que el propio Gobierno cuelga de la red es la de un tipo completamente solo en un palacete veraniego, de punta en blanco y en chanclas. Si estuviera en su sitio, podría salir en la foto hasta en bermudas.

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