Opinión

El sonido de la música

Reconozcamos que la foto de Merkel y Obama distribuida a toda la prensa europea en la que ambos líderes conversan en el idílico marco del castillo de Elmau en el corazón de Baviera, ofrece un panorama de los dos líderes del mundo con un acento bucólico desacostumbrado que les lima los dientes y les convierte en ciudadanos asequibles, domésticos e incluso simpáticos y campechanos, es lo que tienen los prados feraces y las cumbres nevadas. En la instantánea solo falta Julie Andrews brincando alegremente por la ladera mientras canta eso de “The hills are alive with the sound of music, with songs they had sung for a thousand years”. La actriz británica encarnó en aquella memorable película rodada en los Alpes austriacos a la dulce María que lograba penetrar el severo carácter del coronel Von Trapp a golpe de amoroso acercamiento y mucho y afinado gorgorito, y si bien la señora Merkel no tiene la dulzura innata de la monja institutriz que conquista al cabezota del aristócrata y no le veo yo a Obama en pantalones cortos y tirantes, los dos mandatarios más poderosos del planeta tienen en semejante encuadre un aire más humano. Si la brisa de la montaña les da a ambos para reflexionar sobre las apreturas a las que han sometido a los países más necesitados, y si esa comunión con el paisaje idílico les hace más accesibles y les ablanda el alma, habremos de reconocer que los montes de la Alemania profunda tienen un algo de balsámico. La señora Merkel está más delgada y favorecida en esta escena, y el presidente Obama, de espaldas al objetivo y sentado en un banco, tiene toda la pinta de un estudiante tomándose el bocata entre clase y clase. En suma, tiene toda la pinta de un buen muchacho. Un chico divertido y cumplidor que juega al baloncesto, estudia Derecho y reparte periódicos en bicicleta por el vecindario para pagarse la carrera. Quien diría que de las decisiones de ambos depende gran parte de la suerte del planeta.

Reconozco que ninguno de los dos me produce rechazo y estoy seguro que ambos han pasado tragos amargos en estos duros años. Merkel quizá puede estar pensando en ser más generosa porque se lo está pidiendo Obama al que le quedan ya dos telediarios. Soñemos

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