Opinión

La suerte y sus muchas maneras

Aconseja un viejo refrán que la inspiración te pille trabajando. Es un juicioso consejo por el que se  descarta la improvisación y se valora el esfuerzo. La genialidad es muy loable pero no es cierto que todo lo pueda. Lo mejor es que uno se discipline, se afane, se sacrifique y quizá entonces, y solo entonces, consiga rematar una buena.


Esta reflexión que inaugura mi semana me viene a la mano ahora que los de siempre sospechan que lo del Madrid y Sergio Ramos es únicamente cuestión de suerte y así me lo llevan repitiendo desde el mismo sábado por la noche incluyendo en esta lista de damnificados por la supuesta flor en el culo del madridismo a una gran parte de mi entorno familiar porque he de confesarles que, desde hace mucho tiempo y en este asunto, yo habito en territorio comanche. En vano he argumentado que nadie me enseñó en mi vida a tocar la armónica pero que si ahora soy capaz de hacerlo no fue precisamente por disfrutar de los beneficios de la ciencia infusa y que se me pusieron los labios en carne viva hasta que conseguí hilar las armonías suficientes para tocar “Oh Susana” sin fallar una nota. No fue pura casualidad sino, simplemente, un deseo de saber cómo diablos se le podían sacar registro a semejante y diabólico invento. Menos mal que no me dio por el violín porque de ser así, todavía estaría aprendiendo a sostenerlo entre el hombro y el cuello. O la tuba…


Sergio Ramos ha marcado cinco goles de parecida factura y de muy similar trascendencia. Todos ellos han servido para que el Real Madrid obtuviera un triunfo sobre las manecillas del reloj. Han conseguido valiosos resultados, trofeos de gran prestigio, triunfos de última hora, resultados salvadores… Y siempre se han producido del mismo modo. Un centro desde el costado merced a un saque de esquina o una falta en una posición concreta. Y sin embargo, todos ellos han exigido una cuidadosa puesta en escena. Un protocolo ensayado hasta la extenuación que incluye los que la tocan, los que bloquean a las defensas, los que distraen, los que abren el espacio y el que la remata de cabeza. Todos ellos se han hartado de ensayar y de dar brincos y más brincos para obtener el resultado apetecido. No siempre se consigue pero ya van cinco. Son muchas para suponer que esto es una jugarreta del destino. Pero los de siempre seguirán si entenderlo.

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