Opinión

Teoría del comportamiento

Dicen los expertos en filología y usos sociales que los madrileños comenzaron a hablar en castizo cuando se escucharon a sí mismos en los sainetes de Arniches y en las zarzuelas. Hasta entonces nadie decía en Madrid aquello de “no me amole usted señá Rita “o “tente Julián que ties madre”, y solo se aficionaron a usar este lenguaje arrabalero y achulapado de tanto escucharlo en los escenarios. Hace unos días, leí en algún de esas páginas perdidas con las que yo mismo me sorprendo, que la Mafia adoptó las costumbres que le caracterizan copiándolas de las películas de Hollywood, y que algunos de sus malos más malos ensayaban horas en el espejo para parecerse a Richard Widmark y Edward G. Robinson. El colofón a este paulatino mimetismo se produjo con la publicación de “El Padrino” y su posterior traslado al cine. Los mafiosos tomaron buena nota de los que veían y desde entonces, se aficionaron a colocar en los lechos de sus víctimas la cabeza cortada de un caballo y a saludar al jefe besándole el anillo y llamándole Don. Uno de los mafiosos más temibles de esta última hornada, capaz de destripar a su propia madre por no haberse retrasado en algún pago, pidió expresamente que en la boda de su hija la orquesta interpretara el espléndido tema escrito para la trilogía de Coppola por el gran Nino Rota. Supe también, que Mario Puzzo escribió su novela porque no le quedó más remedio. Estaba urgido por un corredor de apuestas al que le debía dinero y que le amenazó con romperle las piernas y los brazos.

Se trata por tanto de saber si el hábito no hace al monje o es el monje el que no hace el hábito y estoy por asegurar que hay más de lo segundo que de lo primero y que los comportamientos, las normas, los escenarios, la evolución de las costumbres y las propias relaciones personales van a remolque de lo que cada cual ve y oye. Y el asunto no tiene que ser forzosamente pernicioso si se toman como principales referentes hechos sensatos. Pero ahí es donde se corre peligro cierto. Como en el tiempo de Arniches, muchos chicos de ahora hablan un idioma atípico porque es el que escuchan en la gran pantalla. Desgraciadamente es un lenguaje que procede del doblaje de las películas y por tanto artificial y cuajado de expresiones apócrifas. Qué mejor sería dejarse influir por los libros. El problema es que ahora los que leen son los menos porque leer cuesta trabajo.

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