Opinión

Teoría de la reconstrucción

Los cocineros son los nuevos héroes de la iconografía popular y en esta sociedad nuestra tan adicta a los placeres y tan obsesiva del hedonismo, la figura de los grandes de los fogones se ha ido imponiendo como personaje de referencia, permanente ocupante de la actividad televisiva y hoy compuesto por insignes creadores de belleza capaces de ocupar probablemente la plaza que en tiempos anteriores estaba guardada para los artistas plásticos. Un chef equivale en esta estructura social tan amplia y ecléctica a una estrella de cine o a un cantante muy apreciado por el público, hasta el punto de que su indiscutible protagonismo social y cultural responde también a los estímulos que provocan los ídolos de la música o la pantalla. Tanto para lo bueno como para lo malo, también es cierto.

Leo en las páginas de algunas publicaciones expertas en esta materia que, tras nueve años de matrimonio, la presentadora Silvia Fominaya ha roto su compromiso con un empresario vigués con el que tiene dos hijos y del que está en trances de separación tras padecer episodios continuados de violencia doméstica. Fominaya ha tardado muy poco tiempo en encontrar una nueva pareja en el cocinero Sergi Arola, uno de los referentes del arte culinario nacional. Curiosamente y según informan las mismas fuentes, el encuentro de una nueva compañera ha sido un fenómeno que se ha extendido entre los grandes de la cocina, y no solo Sergi Arola estrena romance sino que en esta tarea sentimental le han acompañado, cada uno en su estilo, otros brillantes colegas de esos que están a la última y se disputan todos los tenedores, todas las alabanzas y todas las estrellas posibles. Quique Dacosta, por ejemplo, ha dejado a la madre de sus hijos por su joven jefa de prensa de origen colombiano, y Paco Roncero ha hecho exactamente lo mismo. Ha adelgazado diez kilos y ha dejado a Lola su mujer y madre de sus dos criaturas por Nerea Ruano, la directora de comunicación de sus empresas. Hace unos meses supimos que el nuevo genio de la gastronomía capitalina, el chef David Muñoz, rompió con su pareja de la niñez quien ha vuelto a la danza seguramente porque no le ha quedado otro remedio, para caer rendido en brazos de la periodista Cristina Pedroche. Ambos son del Rayo y eso une mucho. A esto le llamo yo deconstrucción y no a la que se puso de moda para maltratar la tortilla de patatas de toda la vida.

Te puede interesar