Opinión

Un año después

La convocatoria de la rueda de prensa fue ya una novela de espías

Las cosas como son, cuanto más tiempo transcurre a partir de la bomba informativa anunciada por el ministro Bolaños en rueda de prensa el pasado lunes más se agrava la situación. Y cuanto más  sabemos sobre este extraño episodio, el episodio más extraño parece. Ahora conocemos por ejemplo, que el primer teléfono que invadió el programa Pegasus fue el de la entonces ministra de Asuntos Exteriores, Arantxa González Laya, hace ya un año de ello.

Lo que resulta de todo punto incomprensible es  el motivo por el que nada se dijo de esta invasión en el momento en que sucedió y sin embargo el Gobierno ha convocado una comparecencia ante los medios de comunicación para contar que lo mismo ha ocurrido un año después con los teléfonos de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y el presidente del Gobierno.

Hay que añadir que la convocatoria de la rueda de prensa constituyó en sí misma una novela de espías pues el aviso llegó a los soportes electrónicos de los convocados a las siete de la mañana del día 2, jornada festiva en Madrid que conmemoraba el Día de la Comunidad. El Gobierno comunicó la existencia de esta comparecencia a la Oposición unos minutos antes de su inicio.

Este escenario barroco, pródigo en interrogantes y cuajado de hechos indescifrables y profundos misterios, tiene muy mala salida y se va a cobrar por el camino algunas cabezas porque un operativo de estas dimensiones no se desata espontáneamente y alguien deberá  ser sacrificado. La situación es sin embargo, además de inteligible, de una honda gravedad en función del comportamiento de un Gobierno fracturado que el presidente Sánchez no duda en prolongar a costa de lo que sea. Sánchez ha cruzado todas las barreras, planteando un acceso al futuro para el que le vale todo y para el que no va a ser misericordioso en su frenética defensa de sí mismo.  

Los resultados del sainete son por el momento tremendos. Seguramente le costará el cargo a la directora del CNI y pondrá en la pista de despegue a la ministra Robles. Pero lo más grave de todo es la disparatada modificación del protocolo del centro para permitir el acceso a los secretos oficiales de independentistas vascos y catalanes. Bildu entra en el CNI mientras permite al Gobierno aprobar sus leyes. Un Gobierno que tiene en sus socios su argumento más crítico. Consultar la ley de Murphy. 

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