Opinión

Tras las urnas, a cenar

Cuando nos sentemos a la mesa en estas próximas festividades navideñas, tendremos un ligero conocimiento de lo que en materia política y parlamentaria nos aguarda cuando llegue el nuevo año pero es muy probable que no sepamos a ciencia cierta quién o quienes nos van a gobernar. Las estimaciones de voto se han estabilizado trazando un escenario en el que el PP gana las elecciones por una mayoría no suficiente y resta por saber el orden de aquellos que le van a seguir en el reparto de sufragios. Las encuestas se inclinan en su mayor parte por otorgarle la plata al PSOE y el bronce a Ciudadanos, aunque con reparos porque las distancias se han ajustado una barbaridad y queda por saber cómo influye en estas últimas tomas de decisiones el debate que por lo visto arbitró un soldado de la Guerra de las Galaxias. Podemos renace gracias a los errores ajenos y va a estar muy cerca si bien y para concluir, en términos prácticos el panorama que nos aguarda es imposible de diagnosticar y salvo espectacular vuelco de expectativas, ni siquiera tras las elecciones vamos a estar seguros del a quién va a tocar administrarnos hasta que los compromisos no se concreten en acuerdos fiables y se firmen sus correspondientes pactos.

Presumiblemente por tanto, habrá incertidumbre hasta el límite del tiempo especificado. Cataluña lleva meses sin gobierno ni gobernantes y nadie se ha tirado a la vía del tren al paso por la estación de Sants, así que es posible sobrevivir al caos siempre que el caso esté medianamente organizado. Hace unos días un amigo me decía que la CUP y los de Junts habían llegado a un principio de acuerdo pero lo he buscado en todas partes sin encontrarlo. Hasta que no se despeje la incógnita de las Elecciones Generales nadie va a pestañear siquiera allá en Cataluña sobre todo si el Estado sigue pagando las facturas, los caprichos, el despilfarro y los platos rotos.

Aquí, más vale que votemos en paz y nos olvidemos luego del asunto hasta que se marchen los Reyes Magos. Por lo tanto, una vez pasados por las urnas volvamos a los menús de las fiestas con el personal embebido en el espíritu de Master Chef y dispuesto a hacer cocina de autor en casa hasta que la realidad se imponga y haya que encargar menú como solución B antes de quedarse sin cenar en un día tan señalado.
 

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