Opinión

Vacas en la carretera

Nadie está libre de que le salte un perro furioso detrás de una tapia o que un zorro aparezca cruzando a todo correr delante del coche. Recuerdo que hace muchos años, conducía yo apaciblemente de Vigo a Madrid en mi mini amarillo muy de moda entonces cuando, en esa tierra que se extiende por las estribaciones de Padornelo y Canda ya en la comarca de Sanabria, se abrió un portalón de repente y salieron al sol frío de la mañana y sin aviso previo media docena de vacas. Acabé cruzado en mitad del campo bendiciendo la fiabilidad de aquel cochecito bravo, mientras la paisana que conducía las vacas me dedicó una mirada de infinito desprecio y siguió apacentándolas como si nada. Me salvé de milagro.

Unas vacas como esas le han saltado por sorpresa al PSOE sin que, a estas alturas, acierte a poner un corcho con el que tapar la vía de agua por la que se le escapan las ya de por sí dudosas posibilidades de renovarse en Moncloa. Todos los partidos están expuestos a situaciones como la que en estos momentos tiene que gestionar este socialismo de última generación que ha ido creciendo y espesándose en torno a Pedro Sánchez cuyos pesos pesados se miran unos a otros aterrados por los efectos que puede tener a estas alturas de la legislatura el caso Mediador que lo va a poner todo perdido y que los expertos sospechan aún no ha acabado.   

Tomado a contrapié por una situación no calculada, el PSOE está en estos momentos en shock y no es extraño que así sea. El conflicto, que genera en la opinión pública una viva sensación de repugnancia, presenta todos los ingredientes para merecer una reprobación instantánea. Hay en él todo lo que mancha: drogas, prostitución, dinero, sexo, tráfico de influencias, fraude, infamia, engaño, abuso…  En este escenario  sórdido se dan cita empresarios, políticos, proxenetas, ricachones, restaurantes de lujo, clubs de alterne, chalés para citas, orgías, sombras y secretos inconfesables que explota en los momentos de mayor debilidad y con la situación política en desbandada.

En voz baja se susurran muchos nombres y apellidos y se presupone y se cuenta al oído que la mierda aún no ha llegado al ventilador.  El miedo ha paralizado al partido que gobierna y es comprensible pero el miedo mata. Hace mucho tiempo que Sánchez ha puesto tierra de por medio y ni está ni se le espera y los que están de guardia en la garita están sobrepasados.  Todo es susceptible de ir a peor y en política esos se sabe.

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