Opinión

La verdad sobre el satánico

Uno se asoma a las fotos que muestran la extraña pareja compuesta por el cantante Mick Jagger y la fallecida diseñadora de modas L’Wren Scott, y la visión condena irremediablemente a la necesidad de preguntarse qué compuestos fisiológicos se liberan en la aventura de la atracción para aunar los deseos de un dueto tan sorprendente. Un vetusto Jagger, cuyo rostro ha alcanzado el toque de ferocidad necesario para ser realmente el demonio al que ha cantado en algunas de sus canciones, se cuelga de un brazo suspendido a unos centímetros por encima de su propia cabeza porque la novia postrera del intérprete inglés pasaba del metro noventa de estatura. Hace mucho tiempo que Jagger es todavía más feo que el feo de los hermanos Calatrava y a medida que ha ido pasando el tiempo, el solista de los “Rolling Stones” ha ido mudando de estructura hasta devenir en la aparición en la que se ha trasmutado. Pero es cierto que los hombres supuestamente menos atractivos suelen emparentar con mujeres impresionantes y es ahí donde debe residir el secreto del experimento bioquímico que permite a Hollande mantener su estatus de irredento castigador y a Mick Jagger un incesante cambio de pareja y la paternidad de siete hijos reconocidos de distintas y sumamente bellas mujeres. Como la mayoría sabe de sobra, la última se ha colgado del cuello con la ayuda de una pañoleta y el artista británico se ha enterado del trágico suceso involucrado en una gira de la mítica banda que trascurre si no recuerdo mal, por el lejano oriente.

Siempre he dicho que tanto Mick Jagger como la formación de la que forma parte han sido infinitamente valorados al alza por una curiosa conjura mundial que ha logrado convertir a los “Rolling Stones” en mucho más de lo que en realidad se merecen. El auténtico alcance de sus canciones –salvo diez- es muy limitado a pesar de esta persistente manía por convertirlos en genios del rock and roll universal, y la identificación de estos sujetos con el satanismo está muy bien como elemento dinamizador para ventas y conciertos pero es en verdad una auténtica chuminada sin pies ni cabeza ni mérito alguno que sustente la leyenda. Se emparienta con la creada en torno a la figura de su propio líder, capaz de obtener crecido rendimiento de alguien muy discreto en el aspecto artístico, muy listo eso sí y francamente artificial. Cumplir años, quien de verdad sabe cumplir años, es Jordi Hurtado que es un maestro.

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