Opinión

La vida es un sainete

Esta España que se prepara para decirle adiós al primer verano posterior a la pandemia, no gana para sustos ni le da la capacidad de maravillarse para encajar tantas y tan variadas sorpresas. Durante la mañana de ayer, supimos que uno de los antaño más estrechos colaboradores del presidente de la Real Federación Española de Fútbol acusaba a Luis Rubial, presidente actual, de pagar orgías con fondos pertenecientes a la institución.

Para acercarme convenientemente a la época que deseaba narrar en mi primera novela, no dudé en leerme del tirón una de las obras de teatro  popular más celebradas de Don Ramón de la Cruz, llamada “Manolo”, una obra corta y de un solo acto que mezcla la comedia con la tragedia y en la que se cuentan las aventuras y desventuras de un sujeto vuelto a su casa de Lavapiés que acaba muerto en un duelo de amores entre personajes tan pintorescos como la Tía Chiripa, el tío Matute, el Mediodiente y la Potajera.

Semejante juguete teatral apenas tiene comparación con el que en la vida real parece traslucirse de las andanzas de Ruibal, porque el ciudadano que le ha denunciado ante la Fiscalía anticorrupción no es otro que su propio tío llamado Juan, quien en la primera época de su mandato desempeñaba nada menos que el cargo de su jefe de Gabinete. Juan Rubial, durante una larga declaración prestada a principios de este verano, manifestó que, bajo la apariencia de una reunión de trabajo celebrada en una finca sita en la localidad granadina de Salobreña, lo que de verdad tuvo lugar fue una fiesta privada exclusiva para é presidente de la RFEF  y todo su equipo, a la que se invitó a una docena de muchachas guapas y jóvenes cuyo celestino fue un ex jugador de fútbol llamado Nené, encuentro que se pagó con dinero federativo. Juan Rubial, periodista de profesión adscrito a la redacción de Informativos de Antena 3, abandonó su puesto en dicha cadena para acudir a la llamada de su sobrino en 2018. Fue despedido con cajas destempladas en 2020 y, según se contempla en su pliego de confesiones, cuenta y no para, con especial detenimiento en las millonarias comisiones que se pagaron a Gerard Piqué, y los dineros que se hicieron llegar bajo cuerda al propio padre del presidente.

Don Ramón de la Cruz  no sabría qué hacer con tanto argumento entrecruzado para inspirar sus sainetes si hubiera accedido a esta mina. Por cierto, durante algunos años, el escritor ilustrado ejerció como alguacil de prisiones en el penal de Ceuta. Tómese nota por si acaso.

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