Opinión

Con nombre de mujer

El callejero de una ciudad habla de sus gentes, su historia, su presente y futuro. Es un espejo del pensamiento de sus habitantes y reflejo de la filosofía y espíritu de quienes la rigen. Nos dice “por dónde nos movemos” en el más amplio sentido de la expresión.

En el tronco que define el crecimiento de nuestra ciudad se aprecian anillos de muy diferente tamaño en lo que se refiere al tratamiento de las mujeres y su memoria impresa en el roteiro. Su labor y trabajo no se reconoció durante muchos años más allá del ámbito doméstico o familiar y quizás por ello, cuando visito una ciudad nueva, siempre me fijo en su callejero para acabar constatando esa lamentable realidad.

Es primordial dar homenaje a su labor y esfuerzo, sus logros y sus victorias. Con ese concepto trabajé durante mi etapa como concejala del concello de Ourense y en calidad de presidenta del Consello Municipal da Muller dando nombres de mujeres a nuestras calles, Araceli Ancochea,  Clara Campoamor, Paz Parada, 8 de Marzo, Victoria Kent,  Angelita Paradela, Carmen Legísima, Pilar Miró entre otras.

Recuerdo que a finales de los 90, cuando yo era coordinadora de Igualdade, una jovencita, amiga de mi hija, me preguntó si sería posible cambiar el nombre de su calle. Tengo que reconocer que no me gusta demasiado cambiar nombres por las molestias que suponen para los residentes y negocios entre otros, pero oída su sugerencia pasé a preguntarle el porqué y cuando me respondió comprendí perfectamente. Esta joven vivía en la calle Bajada Cementerio y me aseguró que cuando algún joven pretendiente le preguntaba dónde vivía, la situación adquiría un cierto grado de “suspense”. Al instante me solidaricé con ella.

Pregunté entonces en el Concello si había alguna petición de nombre para alguna calle y me respondieron que sí. Al poco tiempo esa calle pasó a llamarse Araceli Ancochea, profesora de la Escuela Normal. Ahora, casi 20 años más tarde, hemos de seguir avanzando con energía. Reconocer el valor de las mujeres en un roteiro no depende de ideologías si no del buen sentido de las personas que están al frente de una ciudad.

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