No es habitual, ni mi estilo, criticar la labor de otras mujeres, bien al contrario. Aun así este es el segundo artículo que escribo sobre el tema, pero lo que está ocurriendo en el Ministerio de Igualdad desde que lo dirige la señora Montero es, en mi opinión, auténticamente demencial.
Las mujeres debemos apoyarnos y trabajar para conseguir la igualdad y ese es un tema muy serio, por eso lamento tener que decir que en todos los años que llevo trabajando en y por la igualdad y viendo distintos gobiernos, actuaciones y sensibilidades, jamás, ni tan siquiera en los tiempos más oscuros, vi una situación como esta a la que estamos asistiendo día tras día.
Naturalmente que llevamos muchos años luchando para que haya verdadera conciliación y que los padres y madres puedan ir a trabajar con total tranquilidad, con sus niños bien atendidos. Siempre defendí que en los centros de trabajo hubiera guarderías a las que se pudiera acceder por videoconferencia desde el puesto de trabajo con un pc o a través del móvil. Llevo muchos años insistiendo en esa necesidad por considerar que ello mejoraría nuestra calidad de vida y bienestar y considerándolo como un derecho para toda la ciudadanía y no como privilegio para unos pocos como vemos ahora precisamente en aquellos que se erigían como luchadores por el bienestar general y de forma especial de los más desfavorecidos.
Ahora asistimos a algo inédito al ver que la máxima responsable de Igualdad, la pareja de Pablo Iglesias, Irene Montero, tiene en su “trabajo” un salón en el que una señora pagada con dinero público –aportado por todos nosotros a través de impuestos- atiende a su hija. Lo estamos viendo en esta ministra pero en nadie más. Es exclusivo para ella y su familia y encima tiene la poca decencia de decir -cuando es criticada-, que es un tema personal. Lo sería si no fuera la responsable de Igualdad en el Gobierno de España. Este es un tema nacional que nos incumbe y afecta a todas y todos.
Sería bueno, si esa hubiera sido su intención, aplicar esa ventaja a todos los trabajadores del comercio en general, autónomos, de la Administración del Estado, de la Sanidad… y, claro, pagado con dinero público como en el caso de Irene Montero. Con el dinero de todos los españoles.
Todas y todos hemos tenido dificultades para conciliar y que contratar a alguien o acudir a nuestra familia. Además, me preocupa sobremanera que el cuidado de los hijos/as siga siendo exclusivamente de las mujeres, como podemos apreciar en las imágenes del Ministero de Igualdad. Recuerdo con ternura una escena que veía con frecuencia hace unos años en el centro de la ciudad. Una chica llegaba a primera hora con su bebé, lo bajaba del coche en su silla y lo recogía un abuelo feliz con una gran sonrisa y lo subía a su casa. Así día tras día reflejando una realidad habitual en nuestro país donde la familia es la base y pilar fundamental de nuestras vidas.
Ver ahora a la responsable de la cartera de Igualdad actuar con tanta frivolidad y faltando al respeto a toda la ciudadanía me parece imperdonable. Han sido tantos los desatinos de la ministra que sorprende que a día de hoy siga al frente del ministerio. Es obvio que el resto de mujeres trabajadoras de este país tienen más sentido común. ¡Imagínense qué pasaría si a todas se les ocurriera llevar a sus hijos al trabajo!
Recuerdo cuando Carolina Bescansa llevó a su niña al Congreso en un alarde exhibicionista y kafkiano. Sus antecesoras no hicieron semejante cosa porque además de sentido común tenían una guardería en el Congreso y en el caso de Bescansa tenía además cuidadora. Aquello fue un alarde de poderío vergonzoso y una gran falta de respeto al resto de las mujeres trabajadoras del país. Lo que hace hoy Irene Montero es más de lo mismo, pero encima con insolencia, descaro y una frivolidad e irresponsabilidad jamás vistas hasta ahora.
Me pregunto por cuánto tiempo más le van a permitir seguir con sus ocurrencias al frente de un ministerio tan importante y faltando al respeto a todas las mujeres de este gran país.
