Opinión

Al final, todos republicanos

Unos estaban allí, en la cena de la República, por republicanos; otros por amistad y reconocimiento a Cuca Tovar. Y otros, supongo, por distintas razones, entre las que no incluyo las ganas de cenar, a la vista de lo malo que estaba todo el menú.

Fue un ejemplo de convivencia, ciudadanía y concordia. Tanto, que a la hora de leer los organizadores la lista de agradecimientos y adhesiones, parecía que todos nos habíamos vuelto republicanos y la familia real había emigrado camino del exilio. La Diputación cedió su Big Band , que comenzó su actuación con aquella de: 'Si los curas y frailes supieran...'. El Ayuntamiento pagó el folleto dedicado a Cuca, y una larga lista de partidos políticos asociaciones y demás se adherían al evento. Unanimidad total. Daba gusto. Hubo aplausos para Garzón, más comedidos de los que era de esperar dado el calentamiento global del caso, lo mismo que los vivas a la República en boca de los más jovencitos, con poco eco por parte de los maduritos. Los jóvenes comunistas pusieron en circulación un escrito en circulación pidiendo que se hagan públicos los gastos de la familia real y el acto acabó en festa rachada hasta que comenzaron a circular los primeros autobuses de regreso a casa. Un ruego para esta y otras cenas similares: las nueve es una magnífica hora para convocar a cenar y es preferible un menú de un solo plato y rico que tres platos (¿quién cena hoy tres platos?) a base de unos asquerosos entremeses y una carne resesa, con perdón.

De todos modos, está muy bien que existan actos que rompan la uniformidad política y la monotonía de una sociedad como la ourensana.

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