Opinión

NATURALEZ AGOSTADA

Acabo de leer en La Región que andamos mal de agua, que el Miño no da para más y que hay que tomar medidas. Salgo a la calle y me tropiezo con una señora limpiando a manguerazos y con generoso chorro la explanada de la parroquia de As Lagoas. Sigo caminando entre jardines, publicos y privados, con la hierba verde como en el mes de diciembre. Cruzo la nueva pasarela sobre el Miño desde la que se puede comprobar la miseria de río que nos queda, fácil ya de cruzar a pie por algunos trechos. Sigo caminando por la margen derecha y me encuentro un barrizal en el camino de tierra, provocado por los aspersores que riegan un talud con césped recién sembrado en agosto, adornando el nuevo edificio de la Confederación Hidrográfica al pie del viaducto. Le pregunto al encargado por qué hace tal dispendio de agua, me mira mal encarado y me invita a que siga caminando y no dé la lata… Ninguno de estos vecinos, y muchos más, son conscientes de la necesidad de no derrochar el agua. Ellos, y en muchos casos el Concello, no saben que en agosto pasa eso; que la naturaleza se agosta, se seca y hay que dejarla así. Este no es país de césped y ya casi ni de hierba.

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