Opinión

Algo asombroso

Seguro que recuerdan ustedes, queridos lectores, el poema de Lope de Vega “Soneto de repente”. “Un soneto me manda hacer Violante/ que en mi vida me he visto en tal aprieto;/ catorce versos dicen que es soneto;/ burla burlando van los tres delante./ Yo pensé que no hallara consonante/ y estoy a la mitad de otro cuarteto;/ más si me veo en el primer terceto/ no hay cosa en los cuartetos que me espante./ Por el primer terceto voy entrando/ y parece que entré con pie derecho,/ pues fin con este verso le voy dando./ Ya estoy en el segundo, y aun sospecho/ que voy los trece versos acabando;/ contad si son catorce, y está hecho”. Lope, y el culmen del metaverso. 

Según piensa sobre la dificultad que comporta el hecho, palabra a palabra, el soneto toma forma y concluye felizmente. Fluye, lo teje con las propias puntadas del verso, métrica y canto. Preciosa pequeña gran obra del “Fénix de los Ingenios”, del que se decía: “En horas 24 pasaron de las musas al teatro”. Lope, autor de más de 1.500 comedias de las que sólo se conservan 400, en pleno apogeo del Siglo de Oro español, época en la que se valoraba como nunca el ingenio, la gracia y el talento. A esa consideración debemos un siglo nunca igualado. Cervantes, Calderón, Lope, Tirso… Qué grandes, cuanto transmitían, qué facilidad para versificar y qué dominio de la palabra tenían. Uno de los conocimientos más importantes. ¡Qué misterio es la literatura! 

Hay autores que esbozan sobre el papel tema y desarrollo, paso a paso. Sus creaciones obedecen y cada cual, ficción y realidad, se superan y cumplen su cometido. Es una idea predeterminada, un mundo interesante visto en la imaginación del creador, que ha de tomar vida. Pero muchas veces sufren ante el papel en blanco, porque no logran lo proyectado. Una y otra vez teclean el principio de la historia que nos quieren contar, y una y otra vez rompen el folio. ¿Acaso les abandona la inspiración, o los seres soñados? ¿Pueden los personajes elegir un camino distinto al previsto? Quizá sea así. No desean seguir al autor y el autor ha de seguirles a ellos hasta un final sorprendente. ¿Son los personajes pertenecientes por entero a él? ¿Marionetas? ¿O movidos por las situaciones con que el novelista impone a sus “vidas”, le desobedecen para buscar un destino mejor? La literatura, el arte en sí, es algo asombroso. ¿O no?

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