Opinión

Calle de la cabeza

Este artículo es algo truculento, pero trata de un famoso prodigio. Hoy nos remontamos al siglo XVI, y la razón de irnos tan lejos en el tiempo, es porque en esa época sucedió algo tan espantoso, que heló la sangre de los ciudadanos que estuvieron presentes en el hecho. Para conocer lo que fue, nos iremos a Madrid, y allí, a la calle de la Cabeza, un nombre extraño para un lugar tan cercano a la plaza de del escritor y dramaturgo Tirso de Molina. Se cuenta que Braulio era el sacerdote de la iglesia de San Sebastián, parroquia también muy céntrica y popular en la ciudad, donde al parecer descansan los restos del insigne poeta, Lope de Vega. Braulio era un hombre muy bondadoso y caritativo, y por eso era querido por todos los que sabían de su gran corazón. 

Poseedor de riquezas, ayudaba con ellas a los vecinos de Lavapiés, barrio castizo donde los haya. Hasta él llegó un muchacho elegante y de aspecto noble, sobre el que se murmuraba que no era de fiar, pero el inocente sacerdote lo acogió en su casa. Y pasó lo que nadie se atrevió a pensar. Pero pasó. Después de unos días, Cristóbal, que así se llamaba el joven, desapareció sin dejar rastro. Pero tampoco aparecía el sacerdote, siempre fiel a su ministerio, y al interés por sus feligreses. Cundió la alarma entre ellos acudiendo prontos a su casa, y allí se encontraron con un espectáculo dantesco. El cuerpo de Braulio yacía en el suelo en medio de un charco de sangre, pero lo más terrible era que faltaba su cabeza. Buscaron al joven por todos los sitios, pero se había esfumado. 

Pasó el tiempo, y hete aquí que un día apareció un elegante joven bajo cuya capa llevaba un bolsón redondo, y llegado a la hostería dijo que le preparasen para cenar la cabeza de carnero que llevaba. Pero al destapar el encargo apareció la cabeza de Braulio ensangrentada. El grito de terror fue escalofriante. Las gentes se echaron sobre Cristóbal, pues él era el joven, hasta ser apresado. Cuando volvieron a mirar el envoltorio, allí sólo vieron una cabeza de ternero. ¡Oh, prodigio!, exclamaron los testigos ante tal revelación. Cristóbal fue guillotinado y se dice que la cabeza de Braulio, estuvo presente en la ejecución. La leyenda, resumida, se halla en planos y documentos del citado siglo, y en la calle así llamada, figura contada en coloridos azulejos, y con la cabeza de Cristóbal.

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