Opinión

Como una película

Silencio, soledad, descanso, paz. Condiciones especiales para pensar, soñar, recordar. Y a veces se hace y se repasa la vida, y se vuelve a las gentes que un día pasaron por ella, y de las que ya no se sabe nada. Aves de paso que dejaron una impronta imborrable en el devenir, pero que ahora son imágenes que pertenecen al pasado y que nada tienen que ver con el presente. ¿Cuántas llegaron a ser? Tal vez incontables, porque muchas de ellas se difuminaron en el tiempo transcurrido, se desvanecieron en la nada, a pesar de haber sido por un instante parte de la propia vida. Pero ni se sabía su nombre, eran encuentros fortuitos que llenaron un espacio sin consecuencias. “Ha sido un placer conocerte, a ver si algún día volvemos a encontrarnos. De todos modos, ahí tienes mi número, llámame. Estaremos en contacto.” Pero nunca sonó el teléfono. ¿Dónde se extravió la tarjeta?

Algunas de todas las personas recordadas todavía se dibujan con su marcada fisonomía, otras pasan borrosas, y quien las recuerda, se ve a sí mismo lejano también, como si fuera una de esas sombras. Y es que, al volver la vista atrás, y al repasar las distintas etapas vividas, parece como si se viera una película lejana, cuyo protagonista no es uno, si no otro que nada tiene que ver con la de la realidad actual. Es muy difícil encontrarse a uno mismo en esa criatura pequeña, querida y mimada, con esa adolescente soñadora, con esa joven que buscaba lo mejor que podía ofrecerle el mundo, con ese adulto que creía que ya faltaba poco para alcanzarlo.

Para quien tiene la suerte, o no, de nacer y vivir siempre en un mismo lugar, puede que tenga más fácil recuperar las vivencias con toda su frescura, porque el entorno le acompaña en su paso, y eso le ayuda, pero quien tiene la suerte, o no, de caminar por diferentes sendas, pierde por ellas, sin pretenderlo, muchos momentos vitales que quedan atrás a la espera de ser devueltos un día a su sitio. Es el equipaje que obliga a ser ligero, si se ha de andar deprisa. Y esa película que se ve y en la que el propio protagonista no se reconoce, es una de las cosas que quedan atrasadas, porque se antepone la necesidad de seguir adelante en busca de ese futuro que es hoy. La vida cambia, y con ella todo cambia, las situaciones, los conocimientos personales…, y con ello, uno cambia también, si quiere sobrevivir.

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