Opinión

Cruzar el río

Y al parecer, el icono del que hablamos, antiguamente se podía encontrar en iglesias y murallas de España. Pero ¿quién era el mil veces representado, y a qué se debía esa veneración? Era San Cristóbal, San Cristobalón, el patrón de los conductores. De esas gentes maravillosas que se pasan días y noches enteras con el volante en las manos para que no nos falte nada. Los que nos llevan aquí y allá, los que esperan en la calle nuestra llamada. Pero también es patrón de atletas y marineros, venerado en el mundo por sus muchos milagros. Pero digamos grosso modo que es un santo mártir cristiano asesinado durante el mandato del emperador romano Decio (249-251), o el reinado de Maximo Daciano (308- 313).

Imposible desarrollar aquí todos sus prodigios, pero sí podemos contar una de sus hermosas leyendas famosa en todo Occidente. San Cristóbal, que era un hombre muy grande y musculoso, se dedicaba a cruzar el río a todos aquellos que requerían de su ayuda y de su fuerza. Un día un niño desconocido le pidió que le llevara a la otra orilla. San Cristóbal lo puso delicadamente sobre sus hombros y empezó a cruzar las aguas, pero a cada paso que daba, sentía que el niño pesaba más y más, hasta el punto de llegar a agotarle. Extenuado por la dificultad de moverse en el agua que parecía convertida en piedra, muy debilitado, y casi sin aliento, se preguntaba extrañado, cómo un ser tan pequeño podía pesar tanto. Entonces preguntó al niño cómo era posible aquello, y el niño le contestó: Cristóbal, no llevas un niño sobre tus hombros, llevas el peso del mundo y al que lo creó. El niño era Cristo, y así se lo reveló al santo.

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