Opinión

El Arca de Noé

En el momento en que esto escribo, ya han pasado las borrascas. Tanta agua caída estos días pasados, que ahogaba la tierra sin remedio, pausa ni respiro. Tanto es así, que muchos se preguntaban si se habría roto el pacto entre Dios y Noé, de que jamás volvería a suceder otro diluvio universal. Pero parece ser que no, que sigue intacto. Ha vuelto la calma y el sol volvió a lucir en todo su esplendor. Precisamente y con respecto a eso, he leído estos días una interesante noticia en Indy100, cuyo título dice, “Los arqueólogos acaban de desenterrar el `Arca de Noé´”. ¡Sorpresa! Pero cuidado, porque aseguran que la formación es natural y no muestra resultado de naufragio. Tampoco encuentran en el monte Ararat, lugar del descubrimiento, registro geológico que explique una inundación global, y añaden que lo descubierto no coincide plenamente con el relato conocido. 

Según la información, el hallazgo y posterior desentierro de la formación ha sido obra de investigadores pertenecientes a las universidades de Turquía y Estados Unidos. La historia que da pie a la noticia es de todos conocida, y repetida en el acervo cultural y popular, y no solamente como transmisión religiosa, sino como comparación ante determinadas situaciones imposibles. Algo así como el referirse también al camarote de los Hermanos Marx. Pero vamos a lo que importa. Siempre se dijo que la famosa arca encalló en el citado monte, hace 5.000 años tras finalizar los 40 días de inundaciones que asolaron la tierra. La investigación señala haber encontrado actividad humana cerca de la formación parecida a la de un barco, entre 5.500 y el 3.000 a.C.

Hay que decir que, en casi todas las culturas se cuenta, con ciertas diferencias, y en algún momento dado de las edades del mundo, inundaciones que terminaron salvo excepciones, con todo contenido en cielo, tierra y mar. Pero siempre quedaba alguien para contar lo que se puede ser que sucedió, o bien mitos con algún punto de base, o metáforas pedagógicas para tratar de explicar la vida y sus consecuencias, tal como creemos que es, como se quisiera que fuese, o como es en realidad, aunque ninguno la entiende. Una lástima, queridos lectores, que el enunciado se quede solo en eso. La ilusión se nos cae a pedacitos. Lo fantástico se muere a estudios de la ciencia. ¿Llegará el temido enunciado, prohibido soñar?

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