Opinión

El relato

La imaginación, las palabras, la creatividad voluntaria, o involuntaria, y el tiempo, juegan bazas importantes para la transformación de las ideas o los hechos. “Me dijeron”, “oí”, “entendí”, “me dio la sensación”, “lo vi con mis propios ojos”, “no lo vi, pero me fío totalmente de mi fuente”. Ahí comienzan los relatos, término ahora tan de moda mencionado en la mayoría de las  conversaciones. Para expresar cualquier cosa o comentario se alude a él. Actualmente todo son relatos. Aquí y allá. El “relato” es el recurso adoptado por toda clase de personas, como si ese vocablo diese más relevancia o veracidad a lo contado o simplemente a la opinión. Al margen de conversaciones interpretadas como serias, lo esgrimen venga o no a cuento los oradores que asumen fielmente el meme. Pero los relatos, como todo lo existente, proyectan el sentido que se quiera darles. 

Así por ejemplo, hablemos de cómo se varía y puede tomar forma descomunal una noticia. Alguien dice algo, y el receptor lo cuenta después a otra persona, y la otra a la otra, y así sucesivamente. ¿Llega al final el tema realmente tal y como se oyó en un principio? O por el contrario, ¿cada persona que recibe la noticia o el comentario, añade inconscientemente algo de su propia cosecha, con lo que “el relato” semeja la clásica bola de nieve? ¿Es la imaginación o la intención al repetirlo la que añade capas al original, como si de una cebolla se tratase? Hay otra forma de recibir las ideas expresadas oralmente, y es la que cuenta con la creencia inamovible de quien las oye, y por muy falsas que se haya demostrado que son, no es capaz de cuestionarse absolutamente nada y las toma tan al pie de la letra que puede hacerse imposible articular un diálogo moderado en el que se haga presente el mínimo raciocinio. 

Aquí la cosa toma la misma gravedad que la primera, aunque la intención y los fines sean diferentes, y aunque ambas, generalmente, causen tal vez un mal irreparable. Atrás quedan los auténticos relatos escritos que de una forma u otra enseñaron al humano, desde la niñez, el camino de la vida. Relatos llenos de sabiduría, de experiencia, de años y de humanidad. Relatos contados al calor de la lumbre en el invierno, o a la caída de la tarde en el verano, cuando los mayores salían a despedir al sol, y la noche se acercaba silenciosa y serena en las sombras.

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