Opinión

Energía, ciencia, magia

Se calcula que la luminiscencia es compartida por el “76% de las criaturas marinas y puede localizarse desde en peces abisales y calamares a kril o algas”. Además de otros muchos y variados animales de la tierra. Leer algo como esto, despierta toda la curiosidad sobre el tema de la luminiscencia. Carlos Prego, en su interesantísimo artículo analítico, publicado en “Xakata”, se extiende sobre este fenómeno tantas veces visto en las luciérnagas y otros seres del mundo animal, y explica doctamente, cómo la naturaleza logra esta maravilla mediante una reacción bioquímica con intervención de la enzima luciferasa. Todo ello viene a cuento de que, según esta información, actualmente se estudia la posibilidad de iluminar las calles con la bioluminiscencia. 

Algo que hace soñar con verse iluminado por luciérnagas. El artículo es apasionante y explica cómo hace años se trabaja en diferentes empresas que han llegado a captar la atención de algunas instituciones que ven en ello la posibilidad de iluminar así los espacios públicos, e incluso los hogares. Sería bueno, y es de esperar que se logre, para resolver el problema de la energía eléctrica. Aunque esto no deja de ser energía como todo, incluso como el ser humano. Pero lo importante es que ayude también a que baje el recibo de la luz. ¿Lo llegaremos a ver? Se supone que sí, y se disfrutará de una luz preciosa si ésta ha de lucir realmente como la de las luciérnagas. 

Quien haya estado una noche en el Parque Nacional Great Smoky Mountains, situado en la cordillera que está entre Carolina del Norte y Tennessee, en Estados Unidos, para contemplar el prodigio de las luciérnagas sincronizadas, lo que sucede durante dos semanas en el mes de mayo, lo recordará toda la vida, y deseará volver a ver esa luminiscencia sin igual. Cito expresamente el lugar, porque sólo allí y en otra parte del mundo, sucede, ya que ambos lugares gozan de un ecosistema diferente y propicio.  En tales ubicaciones, las luciérnagas sincronizadas se unen para aparearse en la oscuridad nocturna, en un baile increíblemente extraordinario, que se realiza con pausas, en las que, todas al mismo tiempo se apagan, para segundos más tarde, como por encanto, volver a brillar al unísono. Es como mirar las estrellas vivas reflejadas en el espejo de la tierra. En definitiva: energía, ciencia, y magia pura.

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